Inko y Mitsuki son mejores amigas que anhelan tener hijos a la misma vez y juntarlos cuando crezcan. Sus deseos se hicieron realidad cuando quedaron embarazadas casi a la misma vez.
Gracias a ese milagro, nació Izuku Midoriya y Katsuki Bakugo, sus ú...
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Katsuki había pasado todo el día deambulando por las calles, tratando de encontrar algo que lo calmara. Pero las horas pasaban, y el sol ya estaba desapareciendo por completo en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rojos. Se dijo a sí mismo que era hora de regresar a casa, pero algo en su interior le gritaba que tomara otro camino. Era una corazonada, algo que no podía ignorar. Sin pensarlo demasiado, dirigió sus pasos hacia el departamento que había compartido con Izuku.
No sabía por qué, pero su cuerpo lo guiaba hasta allí.
El edificio estaba viejo, descuido, como si nadie hubiera puesto un pie allí en años. La puerta principal seguía igual, rechinante y medio suelta. El rubio cenizo empujó con suavidad hasta que se abrió. El polvo cubría cada superficie, pero todo estaba en su lugar, como si el tiempo se hubiera detenido en el momento en que ambos decidieron dejarlo atrás. Caminó por la sala, el eco de sus pasos resonando en el espacio vacío.
Cada rincón le traía recuerdos. En la sala, donde Izuku solía esperarlo después del trabajo, siempre con una sonrisa, y él, Katsuki, lo ignoraba, enterrado en su propio resentimiento.
Luego avanzó hacia el comedor, donde compartieron tantas cenas silenciosas, donde las palabras no fluían, y todo lo que hacía Katsuki era renegar. Renegar de la vida, de la relación, de sus propios sentimientos. Se odiaba por cómo había tratado al pecoso entonces, pero era algo que no podía cambiar.
Subió las escaleras hasta la habitación que había sido suya. Al abrir la puerta, un recuerdo vívido lo golpeó. Un encuentro vergonzoso, una noche en la que los dos se encontraban discutiendo por el anillo que Katsuki tenía en su dedo, llenos de emociones encontradas, se acercaron demasiado. El calor del momento, la incomodidad que siguió... Todo volvía a su mente con fuerza.
—A esto le llamo revivir dolorosos recuerdos...
Katsuki se apoyó en el marco de la puerta, respirando hondo. No entendía por qué había vuelto allí, qué esperaba encontrar. Estaba a punto de marcharse cuando escuchó algo. Un ruido en la puerta principal. Se congeló, su mente corriendo con suposiciones. ¿Un intruso? ¿Uno de esos tipos que se adueñan de casas abandonadas?
Su primero instinto fue huir, pero antes de que pudiera dar un paso, subiendo las escaleras lo vio. Era Izuku. Katsuki sintió el pánico subirle por el cuerpo. No esperaba esto, no ahora.
—«¿Ahora qué hago?»
Izuku subió, sin darse cuenta de su presencia al principio, pero cuando sus miradas se encontraron, todo se detuvo. Los ojos de Izuku se abrieron con sorpresa, y Katsuki, sin pensarlo dos veces, trató de huir.
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