La luz del sol comenzaba a molestar el profundo sueño de Sergio. Estaba soñando algo bastante raro, algo como que tenía un novio tóxico y celoso, idéntico a los que aparecían en las telenovelas que solía ver con su mamá y hermana en los canales de televisión abierta.
Talló sus ojos para eliminar los rastros de aquel sueño bizarro y decidió encaminarse hacia el baño para ducharse. Cuando los abrió, se extrañó de ver que no estaba en la habitación donde se hospedaba. Un ligero sentimiento de ansiedad se instaló en su pecho y solo para confirmar, se asomó por la ventana del lugar y casi se le escapa el corazón.
No tenía ni la más remota idea de dónde estaba.
-Puta madre- dijo desesperado el mexicano.
Regresó a la cama y buscó su teléfono, extrañándose al ver que éste era diferente. Después de estar al borde de un colapso mental por no poder desbloquearlo, buscó el contacto de una persona que podría ayudarlo. No reconocía ninguno de los nombres que estaban guardados en su teléfono, ¿quién diablos eran Yuki Tsunoda, Carlos Sainz, Lance Stroll?
Decidió dejar esas dudas para después mientras rezaba que la persona del otro lado de la línea contestara, aguantándose las ganas de llorar.
-¿Bueno?- sonó una voz adormilada.
-LEWIS AYÚDAME NO SÉ DÓNDE ESTOY- gritó Sergio, aferrándose a lo único que conocía en ese lugar tan extraño.
-¿Checo?- preguntó Hamilton alarmado- ¿Estás bien?
El mexicano volvió a mirar a su alrededor, nada estaba bien. Había despertado en un lugar desconocido, no sabía en qué parte del mundo estaba y apenas se había percatado del traje que llevaba flojamente puesto sobre su cuerpo: un traje de Red Bull.
Y pegó un grito sumamente agudo.
-Dime que estás en tu cuarto por favor, ¡CONTESTA CHECO!- gritó el británico, quien se había levantado de un brinco de su cama y salía corriendo de su habitación
-SI, NO, NO SÉ LEWIS, ME ESTOY CAGANDO DEL MIEDO CHINGADA MADRE.
Lewis no necesitó traducción de los insultos en español para saber que Sergio tenía miedo. El piloto de Mercedes estaba más preocupado que intrigado, jamás había escuchado a su amigo gritar de esa manera. Tenía el corazón martillándole en la garganta, no era inusual que Checo se levantara temprano, pero recibir una llamada donde el hombre estaba gritando de manera desesperada a las 7:30 de la mañana lo hizo pensar lo peor.
-Está bien, quédate cerca de la puerta, voy para allá- calmó el moreno, corriendo por los pasillos del hotel aún con el teléfono en la mano y casi estrellándose con otro piloto que iba caminando por allí.
Llegó a la habitación 144 y tocó la puerta mordiéndose las uñas. Claro que nada lo había preparado para ver a un Sergio Pérez de unos 22 años, con el traje de la escudería arrugado y el rostro lleno de lágrimas.
Apenas se abrió la puerta y ya tenía al mexicano llorando contra su pecho, murmurando cosas en español. Lewis no podía reaccionar, no sabía qué hacer, qué decir, qué pensar. Checo seguía sollozando sin darse cuenta de que la persona que estaba abrazando no era la que él conocía.
Ambos hombres entraron al cuarto y cerraron la puerta para evitar que alguien los llegara a observar. Se dirigieron a la cama y se sentaron allí, el inglés esperando a que Checo lo viera y el mexicano pegado al cuerpo del contrario como un koala.
-Chequito... necesito que me expliques todo- pidió Lewis después de unos minutos de silencio.
Sergio por fin levantó la mirada y casi se cae de la cama al ver a tan sensual hombre frente a él. Lewis no solo se veía más maduro, sino que su cuerpo tan tonificado, esos brazos llenos de tatuajes, su cabello amarrado en trenzas y la barba que terminaba de embellecer su aspecto físico. Se perdió en sus ojos por unos buenos minutos hasta que los dedos de británico tronaron y lo sacaron de su ensoñación.
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Lie like you love me
FanfictionMax estaba seguro de que tenía a Sergio comiendo de la palma de su mano. Pero, ¿qué pasaría cuando aparezca frente a él un Checo de 22 años?