XVII

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— Lessa.

— Déjame dormir rubio... — La voz adormilada de la chica, cabello ahora castaño claro se escucho, dándose vuelta para evitar que el sol que entro a la habitación de repente no arruinara su sueño.

El pequeño Don Nadie, o Cap, como Lessa lo llamaba, y ella en cuestión, decidieron intentarlo, cabe decir que no resultó como todos esperaban.

Ambos eran bastante compatibles, si, pero en el transcurso de conocerse, se dieron cuenta de que esa compatibilidad no era para nada más que una amistad, una qué habían llevado bastante bien.

El chico al principio, si ayudo a Lena, la animaba a salir, a que despejará su me te, no es que este quisiera que olvidara a Han, el hombre, qué sabía, había sido el primer amor de la chica, sabía que era algo que no se podía hacer, y no quería que hiciera. Pero en ese transcurso de tiempo en el que salieron con otras intenciones, había algo en la chica, no sabía el qué, pero lo hacía sentir seguro de que esa relación no iba a ser mucho más que un "conozcamonos".

Lessa por su lado, estaba bien, había aprendido a apreciar al rubio de una gran manera, no es que lo odiara, pero era el "chico que estoy conociendo" no más, hasta que eso paso a "es mi amigo" y todo comenzó esa noche en la que sus emociones le ganaron cuando ambos fueron a una fiesta, tomaron demas y la chica termino entre los brazos de este llorando frente a la tumba de Han, cuando despertaron, ambos estaban recostados al lado de esta.

Lessa aprecio el gesto de que este no cuestiono nada, simplemente le pregunto si quería quedarse un rato más y si quería que la acompañará. Esta lo dejo, ese día, ambos se dieron cuenta que eran muy similares en varios aspectos, ellos habían perdimos personas importantes, tenían trabajos no tan comunes, vivían casi igual, sin tomar en cuenta que Lessa era millonaria.

Pero nada de eso se sentía correcto, al menos, no de la manera en la que pensaron que se sentía, fue por eso que decidieron dejarlo todo como amigos, los cuales, sí, de vez en cuando tenían sus deslizes, como cuando se emborrachaban demasiado.

Pero nada más que eso.

— Tenemos trabajo que hacer. — Lessa se quejo, revolviendose en la cama.

— ¿El señor Don Nadie no pudo perderse fuera de mis vacaciones? Me tienes que arrastrar a tu trabajo también. — Esta dijo una vez que se dio vuelta, topándose con esos bonitos ojos azules qué había visto varias veces ya. — Ni siquiera se como entraste a mi casa ¿volviste a dopar a Jaxx?

— Nunca dope a Jaxx, discúlpame pero tu perro es perezoso.

— Vienes a mi casa sin invitación, le despiertas a las seis de la mañana y para colmo, ofendes a mi perro.  — Esta negó, aún sin quitar la mirada de este, al igual que él. — No creo que merezcas qué me levante.

— Bueno, que mal, ¿qué haré con esas galletas de mantequilla qué están en la mesa del comedor? — Eso hizo a la chica entrecerrar los ojos y el rubio rio — Abajo en cinco, sino, me llevare las galletas a la oficina.

— ¡No, espera, ya voy!

...

— Nunca creí decir esto, pero me alegro que hayas decidido ser amiga de ese rubio bueno para nada.

— Oye, te mando galletas, deberías de estar agradecido. — Roman y Lessa discutían, como siempre lo hacían cada que se veían, qué no era muy seguido, pero gracias a que este parecía no poder quedarse quieto, llegaba a Los Ángeles a menudo.

— Y lo estoy haciendo, ¿acaso no escuchaste el "me alegro de que" me parece suficiente alago.

— Roman tiene razón, no creí que terminarías siendo amigo con ese niño boca suelta.

𝐎𝐏𝐏𝐎𝐒𝐈𝐓𝐄 𝐒𝐏𝐄𝐄𝐃𝐒 || Han LueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora