"Si me acuesto aquí, si solo me acuesto aquí ¿Te acostarías conmigo y te olvidarías del mundo?.
Olvida lo que nos dicen. Antes de que seamos demasiado viejos, muéstrame un jardín que esté lleno de vida.
¿Perdamos el tiempo persiguiendo coches?.
Todo...
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"¿Qué pretendo? Pretendo sacar esa oscuridad de ti Lu".
_ Cállate y sígueme. Yo te daré lo que necesitas.
Llegamos al cuarto que los chicos ocupan para descansar. Consta de una cama simple y una mesita de noche rústica, sencillo pero ¿Para que más?.
Nos detenemos frente a la cama. Me giro para cerrar la puerta con seguro, dejando que la luz ingrese por la única ventana ubicada a un lado de la entrada.
_ Aida, no es tu deber...- Me dice en tono bajo y casposo.
_ Si, lo es y quiero hacerlo Lucia, déjame ayudarte.
Me saco el suéter rosa, quedando con mi camiseta color blanco.
_ Aida, es enserio. No debes hacerlo.
Me apodero de sus labios, al principio ella no hace nada, solo esta quieta, hasta que de un momento a otro cambia y comienza a besarme con desespero.
"Ahora si".
Me saca la camiseta, dejándome tan solo con mis sujetadores. Besa mi abdomen y forma trazos con su lengua alrededor de mi ombligo. Sube a mi cuello y deja pequeños mordiscos.
Es raro recordar esto en un momento como este, o quizás no, pero aun recuerdo la primera vez que le vi, me encantó y la segunda, también.
Comienza a desabrochar mi botón del pantalón y me lo retira por completo. Aprovecha de dejar besos en mis piernas y muslos ¡Dios! Que corriente siento por todo mi cuerpo.
La segunda ves que le vi, no pensé que sería tan importante para mí. Una chica, una hermosa y bella chica ¿Cómo me podría gustar si estaba en el error más grande de mi vida creyendo que era hetero?. Me ayudó a descubrir lo que verdaderamente me hace feliz y me complace al 100%...Ella, simple y completamente ella, Lucia de la Puerta.
Ahora es Lu la que se saca los pantalones sin soltar mis labios. Ambas estamos en ropa interior.
Me toma de la cintura, animándome a quedar con mis piernas entrelazadas en su cadera. Sus manos suben y bajan por mi espalda erizándome tras su paso.
_ Ha...hazme tuya.- Le suplico.
Gimo una y otra ves en su boca e imito lo que siempre hace en mis labios: lo muerdo y succiono hasta que por fin escucho un sonido provenir de su interior.