Capítulo 3 - Un hombre con un pasado oscuro y la mujer de sus pecados

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Siempre que se topaba con su mejor amiga se convertía en un día memorable, América era de ese tipo de personas que siempre te metía en problemas cada ocurrencia, cada chiste mal pensado, cada cosa que salía de su cabeza era como para un programa de televisión, y esa noche no fue la excepción, usarlo como su matón personal y aunque lo de la cámara de vigilancia era un buen toque para distraer la atención de la policía estatal, igual era arriesgado, aunque bueno fue él quien la llamo, así que debió haber esperado un resultado como ese, más de treinta años de amistad tuvieron que servir para algo.

Los edificios altos de la capital y las luces, brillantes le recordaban lo vivo que estaba el mundo, como las personas eran ajenas a lo que pasaba en el mundo real, el cómo los gobiernos poderosos jugaban con sus vidas sin que ellos se dieran cuenta, a veces se sentía tan impotente, con ganas de gritarle a las personas toda la verdad sobre el país en el que vivían, sobre todas las atrocidades que se veían a diario, pero no ganaría más que pánico, porque con tan solo demostrar sus poderes el mundo entero le creería, pero todo se correría como la pólvora, no solo reinaría el pánico en el país en el mundo entero, las grandes potencias tomarían acciones y Ahzer no estaba muy seguro de soportar una guerra para la que nadie estaba preparado. Sin darse cuenta había tomado el camino largo hasta la residencia, lo noto en el momento en que los edificios altos eran reemplazados por zonas verdes, y altas catedrales, su corazón una vez más lo llevaba a aquel sitió donde residía aquello que una vez amo más que a su propia vida. Doblo a la derecha y aprovechando la falta de transeúntes piso el acelerador, en tan solo unos ninots había llegado, en un pequeño debate mental, decidió dejar el auto a un lado de la carretera, se bajó y siguió su camino a pie.

La mayoría de las personas tenían miedo a los cementerios por la noche, a él le parecía el lugar más pacífico de la tierra, encima de la entrada se leía "Colinas Verdes" a travesó el umbral como quien pasa las puertas de un centro comercial, cada paso dado lo acercaba a más y más a su destino, mientras que su mente retrocedía.

― ¿Cómo se siente? ―le preguntaba a su mejor amigo mientras se bebían una cerveza después de un largo día de servicio.

― ¿Qué cosa? ―pregunto.

―Transformarse, cambiar de forma y volverte una quimera completa, de los cuatro soy el único que no ha logrado hacerlo. Hasta la insoportable de América ya lo ha hecho. ―decía mientras la imagen de una pretenciosa mujer trigueña se mofaba de él. Su amigo se hecho a reír pues él también se imaginó lo mismo, y no había nada más divertido que la seudo rivalidad que tenían esos dos.

―Es extraño, al principio, duele mucho. Sientes como tus huesos se quiebran, sientes como tus órganos se mueven de lugar, es un dolor indescriptible en palabras simples, pero una vez que todo eso pasa, y sientes la furia con la que tu sangre corre por tus venas, sientes que puedes hacerlo todo, si antes podías saltar un edificio de diez pisos de un solo salto, cuando te transforme podrías saltar uno de cien, es una experiencia traumática, pero cuando la superas te sientes nuevo, y más fuerte.

Había estado tan emocionado cuando le dijo eso, se sentía impaciente, sentía que ya quería lograr transformarse, era lo que todo clase 3 y 4, esperaban para demostrar su valía ante el ejército y el comandante, que ingenuo había sido

―Hola ¿me puedo sentar? ―dijo la voz de una mujer.

Ese día había decidido ir solo a la taberna, ya lo conocían ahí, iba casi todas las noches, para otra persona hubiera sido un problema otros lo llamarían alcohólico, por beber tanto y tan a menudo, pero el metabolismo de una quimera era diferente al de un humano, el alcohol en una quimera era procesado muy rápidamente, el único efecto que tenía en ellos era el mismo que el que deja la salsa picante en la lengua. Esa noche no iba a ser diferente decidió ir a tomar unos cuantos tragos lo que no se esperaba era que una mujer tan hermosa se quisiera sentar a su lado, y no es que él se consideraba feo o nada, muchas personas se lo decían a menudo él es un hombre muy atractivo, pero su personalidad, bastante tímida y para qué negarlo, en aquel entonces con una baja autoestima, le quitaron muchas oportunidades de poder salir con alguna chica, sus mejores amigos ya estaban en relaciones formales, él nunca había tenido siquiera una cita, patético para un hombre de veintitrés, pero no había mucho que hacer.

Operación QuimeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora