Capítulo 7 - La Ciudad Mecánica

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América veía desde su apartamento las noticias donde pasaban lo de la explosión en la zona residencial donde vivía su amigo y su familia, los suspiros de frustración y de desolación se escapaban de su boca sin su consentimiento, cada día se volvía más complicado existir entre todo este desastre, y eso la dejaba agotada en tantos sentido, Jonathan tuvo que huir, y ahora Azher también, esto era un jodido desastre, lo peor es que si en la oficina se enteraban de que Azher estaba en la ciudad, no tardarían mucho en conectarlo con ella eso solo significaba que ella también tendría que huir tarde o temprano dejando atrás una de las más productivas ventajas que tenían, sus conexiones directas con el gobierno. Desde el ataque fallido en KritopHill muchos de los que estaban de su lado o fueron capturados o tuvieron que huir, reduciendo sus fuerzas a menos de una cuarta parte, habían muy pocas personas dentro del gobierno que apoyaban la rebelión pero aún no era seguro interactuar entre ellos, la seguridad se había vuelto más fuerte y con Origon a la cabeza de la policía secreta, era un riesgo para cualquiera intentar filtrar información, y nadie sería tan idiota como para arriesgarse inútilmente, su puesto como secretaria del ministro de asuntos internos era parte vital para la recolección de información sacrificar ese puesto, sería un duro golpe, no le cabía duda que en el momento en que le tocara huir y todos se enteren de su deserción las quimeras que aún quedaban en la cámara gubernamental y que apoyaban la rebelión no tardarían en salir corriendo tanto por el pánico como por su seguridad. Era un jodido desastre, pero debía de encontrar una solución o por lo menos una manera de adquirir ventaja sobre este problema. Aunque la pregunta más importante era ¿Cuánto demoraría Origon en llegar hasta ella? Era un viaje contra reloj.

Por un lado, una buena estrategia seria asumir que tal vez le quedaban veinticuatro horas de libertad como máximo y lo más prudente era escapar justo ahora, pero eso podría ser también contra producente pues incluso podría llegar a alterar el curso de algo que quizás demore hasta una semana en ocurrir, así que estaba en un enorme dilema o asumir que ya estaba en peligro y generar que Origon la encuentre más rápido o esperar con calma y ver hasta dónde puede resistir en esta investigación. Si tuviera más datos, si le hubiera preguntado a Azher como fue que todo ocurrió se daría una idea más o menos de cuánto tiempo le quedaba, pero ya no lo podía llamar sería un riesgo. Uno por el cual no estaba dispuesta a pasar, ni hacer que su amigo pasara, de pronto su teléfono sonó, no quería ver el nombre del contacto, algo de pánico se coló entre sus nervios, pero se obligó a sí misma a hacerlo, porque si era de la oficina y tardaba demasiado en contestar podría levantar sospechas, quizás parecía paranoica pero cuando vives en un régimen totalitarista, la paranoia te podía salvar la vida, miro el aparto y el alma le regreso al cuerpo cuando vio el nombre "Sami." Descolgó la llamada.

―Dios, que bueno que contestas. ¿estas bien? Vi la noticias me preocupé. ― aunque era tierno de su parte, América no creía que hubiera de que preocuparse ni siquiera era su zona residencial.

―Sí, Samuel estoy bien tranquilo. Aunque no es mi zona residencial tampoco habría porque preocuparse. ― no era algo que hubiera dicho a la ligera, ella solo quería ver la reacción del hombre. La línea se quedó en silencio por quizás quince segundos, tal vez no era nada, pero eso le dejo una espina, de la que tal vez no se desharía tan fácilmente.

―Sí tienes razón, es solo que no sabía si estabas cerca de la zona o algo, solo me preocupé, nada más.

Solo, tal vez eran ideas suyas, pero y si él sabía que ella iba a ir más tarde a esa zona, ¿cómo lo sabría? Y porque debería saberlo. Nadie sabía que ella iba a ir para allá, seria tonto que lo dijera, siendo que representaba un enorme peligro, ni siquiera iba a llevar su auto, porque todos los vehículos que otorgaba el gobierno a sus empleados tenían GPS y micrófonos que eran monitoreados las veinticuatro horas del día los siete días de la semana, no podría ser posible que Samuel supiera algo ¿o sí? Su corazón empezó a latir rápido como si lo hubiera agarrado con una mano y lo estuvieran estrujando, si, la paranoia otra vez, ¿pero acaso la podían culpar? Vivía en un país donde no existía la libertad, donde cada indicio de aquel concepto era una farsa, un sin número de patrañas bien puesta para crear aquella fabulosa ilusión. Tenía que actuar ahora, sacar lo que pudiera sacar y desaparecer, cuanto antes, si Samuel era un infiltrado en su vida, ella debía cubrir todas las bases y desaparecer cuanto antes. Le dolía, su alma y corazón dolían como nunca antes, le había entregado todo a un hombre que ella creía sincero, que ella pensó que era la perfección hecha carne y hueso, y si, ella era consciente de que nada era perfecto, pero la sensación que él le daba la hacía creer que si existía tal cosa. Se limpio una lagrima que se estaba deslizando por su mejilla, y que era el inicio de muchas más, pero se las aguanto, no era momento de estar llorando, porque lo más probable es que su vida corriera un peligro inminente, así que ella debía actuar, cuando hayan derrotado al comandante tendría todo el tiempo del mundo para llorar ahora ¡no!

Operación QuimeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora