Capítulo 21 Complementos y secretos

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Ahora que había recuperado su capacidad de transformarse, podía ver más claro el mundo, con todos sus sentidos al máximo, el viento se sentía y olía diferente, todo se veía con más claridad, y se apreciaba mejor, pero aun así con le mundo tan resplandeciente como se le mostraba en frente, había tantas cosas mal, todo era perfecto, pero a la vez parecía no encajar, todo seguía mal, y eso solo se resumía a una cosa. "Esa noche federico murió" decirlo en voz alta y delante de tantas personas hacía que se sintiera real, como si una parte de su cerebro solo desearía creer que es una pesadilla, que pronto despertara tendrá de nuevo quince años y se levantara con todo el valor y la energía del mundo para ir a casa de tía Lidia y confesar que siempre había estado enamorado de ese maravilloso chico, que era todo en lo que pesaba en al despertar y también al dormir, ese día fue el más aterrador de su vida, había enfrentado a la muerte tantas veces y nunca tuvo miedo, el día en que pidió la mano del hombre que siempre amo, eso si fue aterrador, con el tiempo aprendió que no hay que temerle a la muerte, si no a la vida y a todas las sorpresas que ella tiene esperando por uno.

―¿Cómo te sientes? ―escucho decir detrás de él, ya sabía quién era, más bien mucho antes de que se encaminara a la terraza de la taberna a buscarlo ya él se había dado cuenta de a donde iba.

―Lo mejor que podría estar. Quien me preocupa eres tú, ni esa noche ni hoy, nunca te he visto llorar Rosa.

―¿Me estas llamando insensible? ―pregunto alzando una ceja.

―No, ni mucho menos. Solo digo que es malo guardarse el dolor. Que debes aprender a expresar lo que sientes.

―Nunca lloro frente a nadie, nunca lo he hecho y no me lo permito. Pero no significa que esa noche no lloré, o que no lo haya hecho todo este tiempo. Quien murió tal vez fue el amor de tu vida, pero también era mi amado hermano, era el amoroso tío de mis hijos, el consentido hijo de mi madre, el niño que a pesar del país en el que vivió y su condición, fue amado por cada persona que lo conoció, lloraré a mi hermano tantas veces como lo necesite, en mi cuarto y con mucho tequila, que de eso no te quepa duda.

―Ojalá yo fuera tan fuerte como tú, de lo contrario hubiera podido encontrar una forma de seguir sin tener que borrarme la memoria, porque te juro que en estos momentos solo quiero encerrarme en una de las habitaciones, y llorar hasta morir por deshidratación, si es que eso es posible, para una quimera. ―silencio. ―Sabes una de las cartas que me escribí a mí mismo, decía; "se perfectamente que nos encontraremos, aunque no nos reconozcamos nunca". Pensé que se refería a que nunca recuperaría la memoria, pero ahora se a lo que se referían esas palabras...

―¿Y a que se referían? ―pregunto.

―La persona que era esa noche, y los días anteriores, solo sabía sonreír al lado de Federico, a cualquier otra persona no le hubiera podido siquiera mirar sin que me irritara su presencia, incluso con mis mejores amigos, pero ahora no reconozco a ese hombre, de corazón frio, y sin vida. El ejército, y este gobierno, me han quitado tanto que hasta llegue a temer que también me quitaran mi capacidad de amarlo, de recordarlo con felicidad, ahora sé que no me borre la memoria, porque no pudiera con el dolor de haberlo perdido, porque aquí estoy, sufriendo como nunca, ni cuando América me arranco un brazo por comerme sus dulces favoritos sentí tanto dolor. Este dolor que tengo nunca se ira, pero ahora puedo recordarlo mejor, sigo sin tener todos mis recuerdos, y quizás nunca los tenga, pero tengo lo más importante en mi memoria, su sonrisa, su calidez, su mirada soñadora cada vez que veníamos aquí, así es como pretendo recordarlo siempre.

Rosa abrazo a Jonathan, ambos habían perdido una parte muy importante de sus almas, pero por lo momentos no podían darse el lujo de seguir llorando y lamentándose, había una guerra que ganar y muchas vidas que salvar.

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⏰ Última actualización: May 17 ⏰

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