Tierra

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POV Valentina

No puedo creer que dijera que la había empujado. Mi intención jamás fue asustarla. La estaba buscando porque la vi algo decepcionada en la fiesta en ningún momento quise que acabásemos dentro de la piscina y mucho menos forcé el beso. Estoy furiosa, y encima toda esta ropa mojada. Intento secarla todo lo que puedo hasta que la veo mirarme embobada. Me lanza una toalla que tiene en su mano y me cubro. Salí tan deprisa que olvidé tomar una. Saca su ropa dentro de uno de los baños para que no la vea y también se cubre mientras la ayudo a secar lo suyo también. Apenas puedo mirarla porque me jode su actitud. En un minuto me incita a besarla y al segundo me empuja y se ofende. Está apenada, pero no pienso caer de nuevo.  Ni siquiera espero que termine de estar lista la ropa, me quiero ir a mi casa. Luiza se da cuenta de lo incomoda que estoy con su presencia pero no se aleja. Cada segundo que pienso en rendirme, ella me mira a los ojos y derrumba todas las paredes que intento construir para salvar mi dignidad. Encima no sabemos que decir para romper el silencio. Doy un portazo y la dejo allí sola, es mejor ninguna explicación.

Solo me quedan tres días trabajando en su casa porque sus padres ya vuelven de las vacaciones. Me visto de mi mejor actitud y decido no dejarme apabullar por la situación. Su orgullo no va a poder conmigo. Se sorprende de verme feliz, escuchando música y pasando de todo. Me intenta distraer pero no le presto atención, subo el volumen y me hago la tonta. A veces pienso que no puedo dejarme llevar por el deseo porque no quiero que nuestra relación sea solo piel, pero es que me lo pone muy difícil. Cada día está más bella. Y se que la pongo tan loca como ella a mi. Ese beso en la piscina, la forma en la que se dejó llevar y gemía en mi oído mientras saboreaba su cuello. Estoy que me muero por descubrirla en todos los sentidos. Llevarla a la locura más extrema, desdibujar su anatomía hasta confundir la noche con el día. Me la paso soñando con ella. Todo el mundo sabe que beso el suelo por donde pisa. Pero no voy a dejar que me use. Quiero que tenga las cosas claras y deje de marearme. Le he confesado mi amor y no estoy jugando.

-Valentina, te estoy hablando- grita quitándome los audífonos de la oreja.

-No tienes nada que hacer, disfruta de tú tiempo libre- respondo volviendo a las plantas.

-Y tú por qué sigues aquí- pelea Luiza desesperada por atención.

-Estoy trabajando- le recuerdo totalmente estresada está actuando de una manera tan poco razonable.

-¿Gratis?- bromea molestándome aún más.

-¿Y por qué no?- la reto sin poderlo evitar. Se que podemos encendernos fácilmente pero es que es imposible contenerme.

-Tú no lo necesitas- contesta Luiza bajando el tono de voz por mi cercanía.

-Que sabes tú lo que yo necesito. ¿Alguna vez te ha importado?- sueno muy hiriente pero es que estoy cansada de que no vea más allá de sus narices. He sido una idiota, puede ser, pero yo jamás jugué con sus sentimientos y ella lo está haciendo con los míos.

-Tienes razón dejémoslo así- reconoce Luiza y se echa para atrás de inmediato.

-Es una pena que no puedas ver todo lo que me pasa por dentro. Yo haría lo que fuera por hacerte feliz- confieso con tristeza mientras la veo marcharse poco a poco huyendo de la situación.

Lloro un poco pero seco mis lágrimas y decido volver a poner el escudo de siempre. Ser la Valentina fría y dura que todos creen que soy. Es que me da igual lo que piensen. Lo mejor para Luiza es que me aleje. Después de todo, está claro que no nos hacemos nada bien. Creía que ese beso nos acercaría y terminó alejándonos. Somos dos elementos completamente diferentes, como tierra y agua, cielo y suelo, la luna y el sol. Imposible conectarnos.

-Quédate un poco. Por favor- susurra Luiza justamente en mi oído.

-Ya es tarde- no quiero ceder ni mirarla.

-Prometo dejar mis manos quietas. Solo quiero que hablemos Valentina. Sin segundas intenciones- asegura poniéndose en frente de la puerta.

-No funcionamos así- le recuerdo manteniendo mi pose.

-Ya lo sé pero y si bajamos la guardia por un rato. No se tú pero me intriga lo que pueda suceder- insiste Luiza.

-El problema es que yo no quiero solo un rato- respondo dejándola plantada.

Aunque es inevitable rondarnos ya que vamos a los mismos sitios, me toca fingir que no me importa por mucho que me duela. Verla así de furiosa es una prueba de aunque lo niegue le afecta tanto como a mi. Es momento de divertirme. Estamos en un tobogán de agua en el césped pasando el rato algunos de la universidad. Luiza termina impactando contra la tierra y no dejo de pensar que la venganza es un plato que se sirve frío. Cuando nota mi felicidad se pone aun más rabiosa. Me toma por el tirante del bikini en frente de todos, retándome como nunca antes.

-De que te ríes estúpida- pelea Luiza hablando cerca de mis labios. Tengo que ser muy fuerte para no robarle un beso. Y volver a sentir ese gusto de la tierra entre ella y yo.

-Suéltame- le advierto retándola.

-Te odio Valentina- asegura Luiza sin apartar sus manos. Estamos dando un espectáculo.

-Te odio más- respondo tomándola por el bikini también. Nadie se atreve a interrumpirnos.

-Suéltame- ordena Luiza enfurecida pero sin parar de mirarme la boca. Si se deja llevar frente a todos como se los va a explicar.

-Tú primero- le advierto juguetona.

-Valentina para- susurra toda derretida por la cercanía.

-¿Quieres besarme Lu?- pregunto muy bajito para que solo ella me escuche.

-Quiero matarte- afirma Luiza con una sonrisa en los labios. Cómo podemos ser tan tontas.

-No me importaría morir en tus brazos- aseguro toda romántica.

-Estamos dando un espectáculo- se teme tomando en cuenta que están todos mirándonos sin saber cómo reaccionar.

-Terminemos con esto- propongo para no comprometerla.

-Eres estúpida Valentina- grita Luiza pero sin poder evitar la sonrisa y nos soltamos a la vez. Acabando con el show.

Volvemos a la paz y la armonía hasta que se les ocurre jugar al "yo nunca". Me toca beber con todas las preguntas. Y los celos la están matando. Es demasiado obvia. Le afecta saber que he vivido tanto y ella tan poco. Es el turno de Carol y su mirada me confunde. Luiza y ella tienen un intercambio curioso.

-Yo nunca he tenido un sueño erótico en una piscina- afirma Carol por fin. Luiza se lo piensa dos veces antes de beber y todos quedamos atónitos.

-Como así, cuéntanos más- propone Roger sin podérselo creer.

-No fue nada de más- intenta defenderse la morena y yo la miro con malicia queriendo saber más de esa historia. Por cómo me busca Carol y Duda, se que puedo ser la protagonista de ese sueño.

Aquel verano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora