Capítulo 8 Arendelle en problemas

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Capítulo 8
Arendelle en problemas.

Hans despertó esa mañana con un frío insoportable a pesar de tener varios cobertores encima. Inhaló profundamente dos veces seguidas y pudo notar como la frialdad del entorno helaba su aliento, se removió en su cama tratando inútilmente de entrar en calor, frotó sus sienes para ver si el dolor de cabeza se calmaba un poco, sin embargo, por más que lo intentó, no pudo entrar en calor ni conciliar el sueño.

Con un suspiro de resignación se levantó y pasó una mano por su cabello.

—La situación en Arendelle es cada vez peor —se dijo a sí mismo.

La situación empeora día con día, las reservas de verduras, frutas, tubérculos se han acabado y no queda mucha para comer. Otra situación preocupante son los campos que se han congelado por completo y ni siquiera se podría contemplar la posibilidad de derretirlos ya que esto arruinaría la tierra para la posteridad.

Las mantas no son suficientes para cubrir a todos los pobladores y qué decir de los enfrentamientos constantes, peleas por comida, mantas o leña. El frío es cada vez más insoportable, ni siquiera toda la ropa junta podría protegerlos de él, a pesar de que haya dejado de nevar aún se mantiene una fuerte corriente de viento helado y cortante.

Y qué decir de la gente que ha enfermado por este cambio repentino de clima. El corazón del príncipe se encogía cada vez que veía a alguien en esa situación y sólo le consolaba pensar en que estaba haciendo todo lo que estaba a su alcance para ayudar al pueblo.

El príncipe se cambió de ropa y tras darle un vistazo de nuevo a esas misteriosas cartas que estaban a su nombre, las guardó en el bolsillo de su abrigo y salió de su dormitorio. Con las manos en los bolsillos se encaminó hasta la sala del consejo, dónde varios miembros del consejo y demás representantes de otros reinos ya estaban discutiendo los temas a tratar.

—Me disculpo por la tardanza —dijo el príncipe acercándose a la ventana, observó la miseria que dejaba el invierno eterno.

—Debo decir que ya no solo se trata de la escasez de alimentos, ropa y mantas, sino también de un clima político muy complicado —dijo el capitán Alvar mirando con disimulo al duque de Weselton.

—Lo sé —respondió Hans, y miró al duque.

—En mi experiencia como duque, la mejor manera de distraer a la población es…

—Querrá decir "ayudar" —corrigió Hans, molesto.

—Sí, sí, por supuesto. Lo siento es que estoy tan entusiasmado por poder transmitirles algo de mi extensa sabiduría que confundo las palabras.

Hans y los demás concejales rodaron los ojos, no obstante, se abstuvieron de cualquier sincero comentario.

—La mejor manera de tenerlos contentos es darles comida, más cobijo, más ropa y que tengan en cuenta que no están solos.

—Sin embargo esa fue precisamente la razón de esta reunión —cortó Hans—, nuestras reservas de comida, mantas y ropa se están agotando, un cambio de ropa para cada ciudadano ya no es suficiente para contener el frío —se ajustó los guantes y miró a los embajadores—¿Alguno de ustedes señores habló con sus reinos para pedir ayuda?

—Sí, su alteza —empezó el embajador de Francia y Hans sonrió al darse cuenta de cómo lo llamó —. Enviaron algo de ayuda pero no la suficiente, tenemos algunos problemas internos y no estamos en capacidad de poder ayudar más a Arendelle.

—¿Y los otros reinos?

—La princesa Rapunzel de Corona envió una carta a su reino solicitando toda la ayuda posible—dice el concejal Gregor— pero tomando en cuenta que el fiordo está totalmente congelado y no hay manera segura de desvarar los barcos, lo que nos queda es armar un equipo de expedición para ver hasta dónde llega el hielo o cual sería la mejor ruta para pedir ayuda pero…

El Frío de tu corazón (Helsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora