Capitulo 6 Pesadilla

93 8 0
                                    

Elsa entró a su dormitorio y se metió entre sus sábanas mirando al techo, intentando dormir y apartar esos ojos de su mente.

Es un descarado. Piensa indignada. ¿Cómo se atreve a cortejar a mi hermana y coquetear conmigo al mismo tiempo?

Respiró hondo tratando de calmarse y, luego de pasar horas imaginando diversos escenarios en los cuales lo congelaba por su actitud estúpida, se quedó dormida.

De repente, estaba de nuevo en su habitación, encerrada. La ventana abierta de par en par dejando entrar el viento violento y salvaje que alborotaba su trenza y levantaba su vestido.

Era de noche y todo estaba oscuro a su alrededor, un frío la envolvió haciendo que se abrazara a si misma intentando entrar en calor.

Frunció el entrecejo, el frío nunca le había molestado. Pero lo que más le trastornó es encontrarse de nuevo en su habitación, sintiéndose una niña indefensa de nuevo.

Trató de acercarse a la ventana pero a cada paso que daba se alejaba aún más, empezó a correr y la ventana se hacía más diminuta. Desesperada y cansada de correr intentó buscar la salida, sin embargo no la encontró.

—¡Elsa ¿Qué fue lo que hiciste?!

Reconoció aquella repentina voz masculina, logró sacarla de su desesperado trance. Volteó hacia atrás buscando su origen con la mirada, sin éxito.

—¿Padre? ¿Padre dónde estás?

Su padre la llamó de nuevo desde el extremo opuesto de la habitación, con su voz alta, clara y autoritaria. Elsa se giró sobre sus talones nuevamente, tratando de encontrar el origen de esa voz que parecía ir y venir de distintas partes de la habitación. Cerró los ojos un instante y al abrirlos lo vio de frente.

—¡No quiero lastimarte, aléjate!

Su padre negó con la cabeza, se le veía cansado y decepcionado.

—¡No! Era mi responsabilidad evitar que te convirtieras en esto —la señaló—… y te fallé.

—Yo falle, tú no, padre —sintió un miedo recorrer su espina dorsal e intentó alejarse pero sus pies no se movían, parecían pegados al suelo—. ¡Por favor, papá! Esto era inevitable ¡no se puede ocultar más! ¡Por fin soy libre…ya no tengo que ocultar más lo que soy… estoy harta de siempre ocultar mis verdaderos deseos solo para complacerte!

Él hizo como si no la hubiera escuchado y dio un paso al frente. —Debes de saber que tú madre y yo siempre hicimos lo que pudimos para ayudarte, negándonos a ver tu verdadero ser, tu verdadero destino. Nos cegó nuestro amor por ti.

Elsa frunció el ceño ante sus palabras, no entendía a dónde quería llegar su padre. Siempre fue autoritario y pocas veces se mostró cariñoso pero siempre supo que la amaba, sin embargo este hombre frente a ella se veía tan frío y distante.

—Fui tan estúpido. Un rey y un padre tan estúpido. Siempre supe lo que tenía que hacer… pero estaba en un estado tan profundo de negación —sacudió la cabeza, llevando una mano al puente de su nariz—. Y ahora mis peores temores se han hecho realidad… el reino de Arendelle está perdido, el futuro del reino está en ruinas y todo por mi debilidad.

El miedo se estaba apoderando de ella. —Papá ¿qué te pasa? ¿por qué hablas de esa manera? —hizo una larga pausa en la que no podía hacer nada más que jadear—. Mírame… soy libre al fin ¿No te alegras por mí?

Él dio otro paso al frente, el eco de sus zapatos golpeando el suelo le hizo estremecer de miedo, había algo en sus ojos que le pareció aterrador. Nuevamente trató de huir pero sus pies no le respondían.

El Frío de tu corazón (Helsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora