Capítulo 10 Palacio de Hielo.

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Capítulo 10. Palacio de Hielo.


Kristtof se sintió aliviado de no mirar a Anna por varios segundos, necesitaba recuperarse del intenso calor que inundaba sus mejillas, se obligó a respirar profundo en repetidas ocasiones y a pensar en su reno y en el hielo y en cosas totalmente diferentes a esa joven que estaba despertando sensaciones y emociones confusas en su mente y corazón.

Avanzó solo unos cuantos pasos y se percató de que estaba caminando solo, entonces se dio la vuelta y miró hacia atrás. Anna aún estaba en su sitio y el reno igual. Era como si lo hubieran estado observando desde hace tiempo. Eso no hizo más que intensificar el rubor en sus mejillas, se aclaró la garganta y Anna bajó la mirada ruborizada.

¿Era posible que Anna se estuviera sintiendo de la misma forma extraña que él? De ser así ¿qué significaba?

—Vamos, debemos seguir… ya estamos cerca —dijo el joven de pronto.

—Sí, claro —contestó ella, alzando la vista.

Comenzaron a caminar y Anna sintió como una oleada de aire frío le atravesó la espalda haciéndole soltar un quejido, Kristoff volteó hacia ella y la observó abrazándose a sí misma en un intento de entrar en calor. No supo por qué, pero sintió la necesidad de abrazarla aunque justo a tiempo detuvo sus brazos de ese acto, para en su lugar tomar su mochila y sacar de él aquel abrigo que siempre cargaba.

—Toma —dijo tendiéndole la prenda.

Anna observó el abrigo y aunque en un principio no estuvo de acuerdo en usarlo en lugar de él, finalmente aceptó. Él joven a pesar de que tenía frío ya estaba acostumbrado a las bajas temperaturas y estar sin abrigo no le molestaba en lo absoluto. 

—Gracias.

Anna inspeccionó el abrigo y sin ser consciente bien de lo que hacía lo acercó a su rostro y lo inhaló profundamente, una pequeña sonrisa apareció en su boca.

—Huele diferente… varonil —dijo con una pizca de curiosidad.

El joven no supo cómo reaccionar ante esas palabras y pasó por su mente que Anna estaba tan perdida como él en asuntos del sexo opuesto.

No es de extrañar que ese principito la haya engatusado en tan solo una noche, pensó.

Finalmente el joven dejó escapar una risa nerviosa.

 —¿Y eso es algo malo?

 —No, no, claro que no —respondió rápidamente Anna y procedió a ponerse el abrigo, ocultando el rubor que nuevamente atacaba sus mejillas.

Anna no lo admitiría pero ese aroma lo encontraba fascinante.

Kristtof encontró encantador la manera en que su rostro se ruborizaba.

…..

Hans y compañía al irse acercando a la montaña se fueron convenciendo de que iban en la dirección correcta puesto que descubrieron un camino de hielo partido.

Cabalgaron hasta allí con el viento helado golpeando sus rostros, encontraron rastros de hielo puntiagudo, escarcha y los copos de nieve cayeron en todo momento sobre sus ropas.

A medida que se fueron acercando a la base de la montaña redujeron la velocidad de sus caballos y con asombro observaron el enorme castillo de hielo, admiraron cómo parecía que su cúspide besaba las nubes, a pesar de que ya habían visto en acción el poder de la reina nunca habían visto algo parecido a ese majestuoso palacio de hielo.

—Estamos aquí para buscar a la princesa Anna —dijo finalmente el príncipe saliendo de su asombro— yo entraré primero… ustedes esperen aquí.

El Frío de tu corazón (Helsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora