Capítulo 19 Frío

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Capítulo 19 Frío

Hans daba cada paso con tanto dolor que sentía que decenas de cuchillos atravesaban cada músculo, cada articulación, cada hueso de todo su cuerpo, pero tenía que seguir adelante, debía cumplir su cometido de asegurarse que la reina estuviera a salvo. 

Quería hacer un poco más pero sabía que su tiempo se estaba terminando, podía sentirlo en su aliento gélido y en cómo cada vez le era más difícil moverse y hablar.

Se abrazaba a sí mismo y mantenía la antorcha lo más pegada a su rostro para calentarse un poco, aunque a decir verdad no le estaba funcionando en absoluto.

Por largos instantes se privó de mirar a la reina, no quería incomodarla o hacerla enojar más pero sintiéndose cada vez más cerca de la muerte pensó en que al menos podía disfrutar un poco de su belleza aunque solo fueran breves segundos.

Decidió que sus ojos la miraran y cuál fue su sorpresa, que ella lo estaba mirando. No sabía cómo interpretar eso. Una parte de él le decía que tal vez ella sí sentía algo por él pero otra parte le gritaba «No te ilusiones. Ella solo quiere que te mueras.»

Tragó grueso cuando la reina desvió la mirada bruscamente.

¿Cómo podría ser alguien tan hermosa y tan letal al mismo tiempo?

Se vio en la necesidad de inhalar por un poco de aire y, al exhalar, sintió una punzada de dolor irradiando en todo su pecho, soltó la antorcha y se recargó en la pared más cercana.

Intentó no gritar de dolor, pero al ver cómo los demás voltearon hacia él supo que no había logrado su cometido.

—¿Puedes seguir? —preguntó Kristoff y Hans le hizo una seña con la mano, indicando que no necesitaba ayuda.

Aún me queda algo de dignidad.

Alzó la mirada y pudo darse cuenta que Elsa estaba un poco más cerca y le observaba como si estuviera analizando sí estaba fingiendo o no.

Ambos conectaron sus miradas por breves milisegundos hasta que la reina pareció percatarse que inconscientemente había caminado hacia él.

El joven ya no era capaz de levantar la antorcha, sentía que si lo hacía sus espalda se quebraría de dolor. Todos renovaron su caminata y él hizo lo posible por llegar hasta donde estaba la reina.

Elsa le miró de reojo, controlando su coraje, repitiéndose a sí misma que debía ignorarlo, sin embargo, era una tarea difícil, en especial cuando el príncipe se acercaba un poco más y murmuró algo que ella al instante pensó que había escuchado mal y detuvo su andar.

—¿Qué dijiste? —cuestionó entre sorprendida y confundida.

—Lo lamento —respondió en un susurro.

Anna y Kristoff sintieron que algo estaba pasando y voltearon a verlos, Hans no quería dar más lástima así que siguió caminando ignorando sus miradas sobre él.

Elsa se había quedado intranquila y confundida ante esas dos palabras.

«Lo lamento» ¿qué había querido decir con eso? ¿qué era lo que lamentaba?

Siguieron caminando uno al lado del otro aunque cada cual con varios pensamientos vagando por sus mentes y haciendo el trayecto más pesado y agonizante.

El príncipe observó que Elsa clavaba su mirada en él cada cierto tiempo, tal vez preguntándose qué significado tenían esas palabras o simplemente preguntándose en qué momento se desharía de él. Eran cosas que no tenía en claro, pero una cosa era segura, había un sentimiento de profundo arrepentimiento y culpa en su corazón que irónicamente lo hacía sentir hervir en llamas aunque por fuera se estuviera congelando de frío.

Quería hacer tantas cosas en tan poco tiempo que no sabía por dónde empezar. Quería poder hablar con ella, disculparse por sus actos vergonzosos, pero bien sabía que el tiempo no le alcanzaría para poder hacerlo y tendría que conformarse con saber que al menos puedo sacarla de Arendelle antes de que pudieran hacerle daño.

Sintió sus manos acalambrarse, observó su mano y vio que comenzaba a tornarse de un ligero azul con patrones de copos de nieve, pronto la ocultó nuevamente mientras se abrazaba a sí mismo.

—¿Cuánto —tomó un poco de aire— cuánto falta para llegar? —logró preguntar en un tono de voz más alto.

—Ya estamos cerca —respondió Kristoff consultando el mapa que llevaba en la mano y girándose un poco para mirarlo.

—¿Cuál es la prisa? —preguntó la reina molesta—, ¿acaso tienes algo más importante que hacer o planeas tomar para ti Arendelle?

Al decir esas palabras Kristoff y Anna se giraron hacia ellos presintiendo que se iban a pelear de nuevo. Y el príncipe se detuvo, no resistiendo más toda esa desconfianza y odio que veía en los ojos de la reina. No se sentía con fuerzas para hablar, pero el solo hecho de tenerla enfrente le infundía cierta fuerza.

—La creía un poco más inteligente, su alteza —dijo acercándose un poco sin dejar de abrazarse a sí mismo.

—¿Disculpa? —dijo ella.

—Una disculpa es justamente lo que usted debería de darme —dijo apretando la mandíbula, intentando que sus palabras no sonaran tan débiles y temblorosas.

—¿Por qué debería disculparme? —cuestionó, acercándose.

—Por la manera en que me estás hablando —dijo con un aire de reclamo.

—Después de todo lo que nos hiciste ¿cómo esperas que te hable? —cuestionó apretando los puños.

—Dije que lo sentía —respondió, ya no sin importarle que lo estuvieran escuchando los demás.

—¿Qué? —dijo ella sorprendida, dándose cuenta que no había escuchado mal momentos atrás.— ¿Y crees que con eso se soluciona todo?

Hans dio un paso hacia adelante al igual que Elsa, ambas miradas clavadas el uno en el otro con tal intensidad que a Anna le pareció podrían sacar chispas.

—Oigan, oigan, tranquilos —se aproximó Anna, intercediendo. 

—Dicen que los que pelean tanto se aman— dijo Kristoff con buen ánimo, causando que todos le miraran con mala cara, él solo se alzó de hombros—. Solo decía.

Elsa se sonrojó un poco, pero agradeció que el ambiente era oscuro, así nadie lo notaría. No supo qué más decir y simplemente siguió el camino que Kristoff les guiaba.

Si antes la mente de Elsa era un torbellino de emociones y sentimientos encontrados, ahora después de esa declaración no sabía qué pensar.

¿Y si estaba haciendo injusta con él y si realmente era sincero? No debería de tratarlo de esa manera. No debería de hacerle más difícil y amargo sus últimos momentos de vida.

Elsa estaba sumergida en sus cavilaciones hasta que la voz de Kristoff resonó y les hizo saber que habían llegado al final del túnel. Alzó la vista y pudo ver la luz del sol tenuemente, eran los primeros rayos del sol y la neblina se veía a lo lejos espesa y con viento, tal vez debido a su estado de ánimo caótico.

Volteó en dirección al príncipe y reparó en que este la estaba mirando con una expresión dolida en su rostro, provocando una sensación desagradable en su estómago.

....

Nuevo capítulo,chicas.
Dejenme un comentario o un voto si quieren próximo capítulo pronto.

Nos leemos!!!

El Frío de tu corazón (Helsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora