Capítulo 9 Nuevas Sensaciones

59 9 1
                                    

Capítulo 9 Nuevas Sensaciones

Hans logró demostrar su coraje y valentía en el trayecto del viaje, y a pesar de que la nieve había cubierto la ruta, logró encontrar unas leves pisadas junto a un listón verde que dedujo pertenecían a la princesa Anna.

Caminaron un largo trecho hasta donde las pisadas se perdieron, Hans levantó la vista y pudo vislumbrar humo saliendo de una chimenea no muy lejos de ahí. Se dirigió allí junto a sus hombres, sonriendo con esperanza ya que esperaba encontrar a Anna y así podrían volver a Arendelle.

Abrió la puerta del lugar y le tomó varios segundos acostumbrar su vista a la oscuridad de esa tienda. Y lo primero que vio fue a un hombre tan alto como una montaña, rubio y con una sonrisa en su rostro.

—Hoo—hoo rebajas de verano—saludó con alegría el hombre y Hans le devolvió la sonrisa— ¿Les puedo ofrecer un bloqueador solar que yo mismo inventé? Y le añado una visita al spa.

Hans observó a su alrededor la escasa mercancía del hombre y pudo deducir que era un comerciante a quien no le estaba yendo nada bien y quería vender con urgencia, por otro lado, él quería obtener información a como dé lugar, un trueque bastante aceptable, pensó.

—Buenas noches, soy el príncipe Hans de las islas del Sur y estoy en mi búsqueda del paradero de la princesa Anna ¿no la habrá visto?

—Me llamó Oaken —dijo el hombre sin inmutarse ante su título real—. ¿Tal vez prefieran pantalones cortos para el verano? Otro invento mío —ofreció alegre.

Hans y los hombres que lo acompañaban se quedaron mudos por un momento sin entender cómo alguien podría vender cosas de verano en pleno invierno.

—No gracias, estamos bien —respondió Hans conteniendo un escalofrío al pensar como sus piernas se helarían si usara pantalones cortos—. El motivo de nuestra parada es la princesa de este reino, mi amada princesa Anna está perdida y quizás usted la vio por aquí.

El hombre seguía sonriendo y el príncipe se estaba comenzando a desesperar.

—¡Ay, el amor!—expresó Oaken, soltando un suspiro—. El amor verdadero significa ayudar al otro para que sea quién es —Hans arrugó el entrecejo—. ¿Le apetece algunos libros de poesía o historias de amor?

Hans llevó una mano a su rostro, totalmente frustrado por esa conversación infructuosa, mientras escuchaba las risas socarronas de los hombres del duque detrás de él. Burlándose de su imposibilidad de conseguir información.

—¡No quiero ningún libro! ¡Quiero saber si ha visto a mi princesa!

Oaken parecía no inmutarse pero luego de algunos segundos habló:

—Si me compra algunos artículos de verano, tal vez pueda recordar.

El príncipe rodó los ojos y sacó de su bolsillo una bolsa con monedas y se la puso en el escritorio demandando saber sobre su princesa.

—Me llevaré zanahorias y sus benditos pantalones cortos ¡Ahora dígame qué sabe! —exigió mientras el hombre contaba las monedas.

—Ayer vi a una chica siendo perseguida por un trineo y unos lobos. Debe ser la princesa.

—¿Lobos? —el joven frunció el ceño—. ¿Trineo?

Los hombres del duque se percataron de la falta de preocupación del príncipe respecto a la princesa, se miraron entre sí pero no dijeron nada.

—Lobos hambrientos, ja, abundan mucho por esta zona. Afortunadamente los mantengo a raya.

Hans estaba confundido y ese hombre no le hablaba claro.

El Frío de tu corazón (Helsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora