Capitulo 2 - Parte 7 (Alex)

7 1 0
                                    

Ya me encontraba bastante alejado del Refugio.

El bosque frondoso que conocía perfectamente comenzaba a escasear, el césped bajo las patas del caballo estaba muy largo, cubría por lo menos la mitad de sus patas, además de que encontraba demasiados arbustos llenos de vallas silvestres, cuando encontraba uno muy bien surtido me detenía para guardarme unas cuantas, tener comida extra me vendría bastante bien y más para el caballo que me dio Yena, además yo suelo comer demasiado...y como que la Presidenta noto eso. Cuando desperté el comedor ya estaba lleno de comida, platos abarcaban toda la mesa alargada, el comedor tenia tantos aromas que mi estómago no tardo en rugir como una bestia, además que Lizandra me entrego un par de esos panes rellenos de solo recordarlos me hacían agua la boca, pero los guardaría de momento, no quería comerlos justo cuando iniciaba mi viaje. Ahora que lo recordaba Yena y Lizandra se comportaron un poco extrañas, un poco más ¿atentas?, es decir, siempre eran atentas conmigo, pero esta vez demasiado, preguntándome cada cinco segundos que necesitaba o si quería comer más, incluso Lizandra comió con nosotros. La verdad...no recordaba cuando fue la última vez que comí con personas que me importaban demasiado, con Yena era agradable, pero con Lizandra se volvía mejor, más divertido, más acogedor y cálido, hacía mucho que no me sentía así, la última vez que tuve una comida con mis padres fue...hace bastante tiempo, ya ni recordaba esas reuniones familiares entre los tres...desde hace tiempo que dejaron de importarme y dejé de importarles.

Mire el cielo. Estaba despejado, mis padres...me ¿extrañarían?, ¿estarían preocupados por mí? ¿me estarían buscando?, la verdad no se para que me ilusionaba, dudaba demasiado de que estuvieran pensando en mí, en donde me metí, en lo que esté haciendo, ya no me escuchaban, la última que me escucho fue...Priscila...wau, hacía tiempo que no pensaba en su nombre, antes me causaba dolor de estómago con siquiera pensar en ella, pero ya no, llevaba en esta tierra un mes y estar aquí me ayudo a olvidarla, a no recordarla, en olvidar lo malo de esa ciudad de mierda que llamaba hogar, trataba de mejorar, en hacerme fuerte, en tener un propósito y el principal propósito ahora era derrotar a Everoth, además de que conocí personas grandiosas, Yena, Lizandra, Edén, eran mejor que esa chica loca a quien alguna vez la llame novia, tenían un gran corazón y si...también el malhumorado, brabucón y antisocial de Adam, ha sido un dolor en el culo, pero además de eso no la pasábamos tan mal cuando entrenábamos...a veces.

Las horas pasaron y ya estaba en campo abierto. Frente a mis ojos tenía el atardecer más hermoso que pudo darme esta tierra sin nombre.

Necesitaba ver donde pasar la noche, saque el mapa que me entrego Edén y a lo que ella me anoto tardaría tres días en llegar hasta el Lago Espejo. Sin que ella lo supiera me robe un par de libro de su librería, tarde un poco en encontrar unos que me hablaran del Lago Espejo. Mientras avanzábamos tome uno y comencé a leerlo, parecía más una historia de terror que información útil, pero en este libro mencionaba que existían criaturas dentro del lago, llamadas Miradores, lo describían como peces con enormes ojos que te metían en un trance hasta terminar ahogándote, son protectores de un tesoro que se oculta en la profundidad del lago, decía el libro, decía que era un cofre de tesoro que fue ocultado por los Antiguos, padres de los Reinantes, no mencionaba la razón de eso, pero que muchas personas avían intentado conseguirlo y jamás salieron con vida. Esperaba que lo que mencionaba el libro fuera pura ficción y no realidad o al menos un poco de verdad, que ese tesoro fuera mi Talismán y no un engaño. Cuando la noche cayo detuve al caballo, no sabía cómo encender una fogata y comenzaba a sentir miedo de las criaturas que pudieran aparecer mientras dormía, la oscuridad era tan espesa que ni la luz de la luna era suficiente para iluminarme, por suerte Yena pensó en todo y me entrego una bolsa llena de cristales rojos o ella los llamo Gemas renovadas, me dijo que era magia Elfica, que los utilizara con cuidado y que los cuidara mucho, que si me encontraba con cualquier persona y tenía malas intenciones no duraría en llevarse las gemas, si me dio esa advertencia entonces si fueron complicadas de conseguir, además de que era magia Elfica, algo que se consideraba poderoso en esta tierra. Magia en mis manos, pensé, aunque ya llevaba un mes en esta tierra me constaba aun aceptar que este sitio estaba lleno de magia y de personas con dones peculiares y que yo era el sucesor de un Dragón.

Everoth y Los Tres Dragones - Parte 1 ( Alex) (Trilogía los tres dragones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora