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El ruido del agua de la ducha se paró, y la suite se quedó en completo silencio. Aidan, que estaba observando la espectacular piscina del hotel a través de las puertas de cristal de la terraza, se preguntó cómo estaría _____ cuando saliera del baño.

Había conseguido mantenerse entera al darse cuenta de cuál era la situación, y hasta había sido capaz de bromear, en medio de la vomitona, pero tan pronto como se había sentido con fuerzas para mantenerse en pie le había pedido que la dejara a solas para poder asearse. Y desde ese momento Aidan había estado esperando. Había oído el chasquido del pestillo de la puerta del baño cuando había cerrado al salir él, y luego un sollozo antes de que el ruido de la ducha ahogara cualquier otro sonido. _______ quería que buscaran un abogado. Comprendía su reacción, y no podía negar que el alcohol había ejercido cierta influencia en sus actos de la noche anterior, pero su mente se había aclarado y se había reafirmado en que había tomado la decisión correcta en el momento propicio.

Los dos querían lo mismo; ¿Cómo habría podido ignorar eso? Además, cuando le había expuesto su plan, a ella le había parecido perfectamente lógico y había accedido. Por eso no creía que hubiera cometido un error.

En ese momento se oyó el pestillo, y Aidan apretó los dientes preparándose para lo peor, como que se pusiera histérica y empezara a gritarle. Sin embargo, cuando la vio abrir la puerta, envuelta en una bata de baño que le quedaba demasiado grande, y apartar de su frente un mechón húmedo, se quedó sin aliento. Era preciosa.

Luego, la firmeza de su mirada le dijo que no iba a tener un acceso de histeria, aunque a juzgar por su lenguaje corporal, brazos cruzados, una mano sujetando las solapas de la bata, y la otra asida con fuerza a su cintura, sugería que no estaba precisamente contenta. Parecía recelosa, alerta, y con la cabeza fría.

Era una mujer fuerte, pensó Aidan, y eso le pareció tan sexy como lo bello que se le veía el esmalte rosa tenue en las uñas de sus pies perfectamente cuidados.

-¿Te encuentras mejor? - Le preguntó.

-Sí, gracias. - Se aclaró la garganta y miró a su alrededor brevemente antes de centrar de nuevo su atención en él. - Lo necesitaba; necesitaba unos minutos para poner mis pensamientos en orden. Perdona que te haya tenido esperando. - Y además considerada. Era encantadora.

-No pasa nada. Lo entiendo. - _____ inspiró y fue directa al grano.

-Bueno, como te decía antes, lo primero que necesitaremos será un abogado que nos ayude con los trámites legales para que nos concedan la anulación del matrimonio. - _____ levantó el pulgar para empezar a contar. - Aunque me apuesto lo que quieras a que en recepción tendrán algún tipo de información disponible; un folleto o algo así. Al fin y al cabo estamos en Las Vegas, y esto le habrá pasado a mucha gente antes que a nosotros. Preguntaré cuando baje a hacer fotocopias de los papeles que nos dieron en...bueno, en la capilla donde nos casamos. -

Aidan asintió y frunció el ceño. Era una mujer independiente y con las ideas claras, pero estaba enfocando aquello en la dirección equivocada, se dijo mientras ella seguía contando con los dedos. Ya estaba a punto de llegar a cuatro cuando fue hasta donde estaba y cerró su mano en torno al dedo anular de ella, que acababa de levantar.

-Eh, eh... no te revuelvas. - Parpadeó.

-Y en cuarto lugar...esto. - Dijo moviendo el dedo atrapado en su puño. - Tu anillo. Tenía miedo de quitármelo y perderlo antes de poder devolvértelo. - Aidan dejó caer la mano y frunció el ceño de nuevo al ver que se disponía a quitárselo.

-Espera, deja que te lo vea puesto. - _____ alzó sus ojos hacia los de él con una expresión inquisitiva y recelosa. - Se te ve precioso. - Halagó.

No se arrepentía en absoluto del dinero que había desembolsado en él la noche anterior. _____ asintió y esbozó una pequeña sonrisa.

𝐀 𝐥𝐚 𝐌𝐚𝐧̃𝐚𝐧𝐚 𝐒𝐢𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 [ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ] (𝓐.𝓖.) [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora