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El chorro de agua caliente de la ducha azotaba el rostro de Aidan que, con las manos apoyadas en la pared de mármol, intentaba apartar de sus pensamientos a la sexy mujer que había dejado en la cama. Eran las cinco de la mañana, demasiado temprano para despertarla con la clase de beso que tenía en mente. Tenía que dejarla descansar un poco, sobre todo después de que hubiesen vuelto a hacerlo a las dos de la madrugada.

_____ era increíble, como la química que había entre ellos. Desde la noche en que la había conocido había sabido que era lista. Lo había impresionado su habilidad para hablar de casi cualquier tema y dar siempre su perspectiva única y de encontrarle el toque humorístico a las cosas. Pero ahora que estaba empezando a relajarse y tomarse aquel periodo de prueba de otra manera, ahora que estaba abriéndose a él, lo tenía completamente fascinado. Y lo mejor de todo era que, como los dos querían lo mismo y no tenían fantasías románticas, podía disfrutar de cada momento sin preocuparse de que ella llegara a hacerse ilusiones equivocadas. Ninguno de los dos quería otra cosa que no fuera lo que ya tenían.

Bueno, eso no era cierto del todo; él quería más, quería que dejaran atrás ese periodo de prueba junto con las dudas que aún hacían vacilar a _____. Y quería tener hijos con ella. Por algún motivo lo excitaba tremendamente imaginarla embarazada de él.

De repente, sintió detrás de él como una brisa fresca que se abriera paso entre el vapor, y un instante después los esbeltos brazos de _____ le rodeaban la cintura, y sus senos, cálidos y con los pezones endurecidos, se aplastaban contra su espalda.

-Buenos días, señor Gallagher. - Murmuró, haciendo una pausa para darle un lametón en la espalda. - ¿Creías que ibas a marcharte sin mi beso de buenos días? - Aidan se volvió y la tomó por el trasero, atrayéndola hacia sí. Estaba muy sexy con todo el pelo revuelto de acabar de levantarse, y su piel húmeda y desnuda era una tentación que no estaba seguro de poder resistir.

-No se me habría pasado por la cabeza. - Respondió con voz ronca.

Bajó la cabeza para tomar su boca con un profundo beso con lengua, y de inmediato su cuerpo se puso rígido de deseo y todo pensamiento racional abandonó su mente, salvo todas las maneras creativas de hacer que gimiera su nombre durante los próximos sesenta minutos.

El trabajo podía esperar.

[...]

-¿Acababan de conocerse? ¿Y ya sabían que estaban hechos el uno para el otro? - Exclamó encantada Georgette Houston, mirando con ojos brillantes a _____ y a Aidan.

Habían pasado casi seis semanas de los tres meses de prueba y aquella era la primera vez que _____ acompañaba a Aidan, que al día siguiente se iba a Ontario por trabajo, a una cena de negocios. Era una faceta de la vida de esposa que le esperaba si aceptaba seguir adelante con el matrimonio.

La pareja con la que habían salido a cenar, Larry y Georgette Houston, debían andar por los cincuenta y tantos, y por el trato que les estaban dando parecía que Aidan y ella fueran de su familia en vez de un socio de negocios y la mujer con la que acababa de casarse y a la que no conocían de nada.

_____ abrió la boca para responder a Georgette, pero Aidan se le adelantó con una sonrisa traviesa en los labios.

-Ninguno de los dos habíamos ido a aquel casino buscando el amor ni nada parecido. - Dijo. - Pero empezamos a hablar, y hablamos y hablamos...en fin, una cosa llevó a la otra y...aquí estamos. - Le pasó el brazo por los hombros a _____ con ese aire algo posesivo que hacía que se le llenara el estómago de mariposas. - Y, sino, que te lo diga Larry, Georgette: cuando se te presenta una oportunidad única no debes dejarla escapar. Por eso no perdí de vista a _____ esa noche hasta que me aseguré de que la tendría a mi lado durante el resto de mi vida. -

𝐀 𝐥𝐚 𝐌𝐚𝐧̃𝐚𝐧𝐚 𝐒𝐢𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 [ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ] (𝓐.𝓖.) [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora