FINAL

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Seis horas después, Aidan bajaba las escaleras a toda prisa palpándose los bolsillos para asegurarse de que no se le olvidaba nada. ¿Cartera? La llevaba. ¿Llaves? También. ¿El anillo? Sí, y parecía que le quemase en el bolsillo de la chaqueta. Nervioso, miró su reloj de muñeca. Podía hacerlo. Su vuelo salía dentro de cuarenta y cinco minutos, y subiría a ese avión aunque tuviera que comprar la compañía. Y cuando llegara a Denver...

El estómago le dio un vuelco al imaginar los distintos escenarios posibles. Sólo uno de ellos le proporcionaría el final feliz que únicamente hacía unas horas había aceptado que quería. Apartando todos los demás de su mente tomó el pomo de la puerta y...¡el boleto de avión! ¡se había olvidado del boleto! De hecho, se había olvidado de imprimirlo. Corrió al estudio y encendió el ordenador que tenía allí, mirando el reloj una y otra vez mientras se encendía.

¡Vamos! ¡Tenía que llegar a tiempo al aeropuerto! Necesitaba decirle a _____ por qué su matrimonio podría funcionar. Y no era por ninguna de las razones que había estado repitiéndole desde el principio, sino porque había descubierto que había una serie de cosas sin las que no podría soportar seguir viviendo.

El fondo de escritorio del portátil era una foto de los dos en una cena benéfica del mes anterior. Salían los dos riéndose, y sus dedos jugaban con un mechón de pelo de ella mientras se miraban a los ojos. Y por el modo en que él la estaba mirando...¿Cómo podía no haberse dado cuenta?

Abrió el navegador de internet y vio que _____ no había cerrado su sesión de correo de Gmail. Estaba a punto de abrir otra pestaña para ir a la página de la compañía aérea, cuando sus ojos se detuvieron en un mensaje marcado como importante. Al leer la vista previa se le cayó el alma a los pies. Era un mensaje del banco de esperma, enviado hacía cinco días.

"Asunto: Respuesta a su consulta. Puede pasar en cualquier momento a recoger esperma del donante #43409089RS1, por el que se había interesado."

[...]

______ llevaba un buen rato sentada en la mesa de la cocina con el periódico delante, pero ni siquiera había pasado de página. Estaba muy baja de moral, y no podía dejar de darle vueltas a la cabeza. Se levantó con un suspiro de la silla, y fue al fregadero a servirse un vaso de agua. No pudo evitar pensar en todas las veces que, durante esos dos meses, cuando Aidan ya estaba en casa, se había asomado al estudio para llevarle un café o algún postre. Se había mostrado muy atento y solícito con ella, sobre todo en los momentos en que ella, abstraída en el trabajo, se olvidaba de cuidar de sí misma...pero no era amor.

Resultaba irónico que, una vez que había decidido prescindir del amor en su vida, hubiera conocido a Aidan y el enamorarse de él hubiese dado al traste con su matrimonio. ¿Por qué había tenido que enamorarse, por qué no había podido conformarse con la relación que habían acordado? ¿Por qué no había podido ser la esposa que él necesitaba que fuera?

En ese momento llamaron a la puerta, y ______ agradeció que aquella interrupción la sacara de la espiral de pensamientos autodestructivos en la que había caído.

El corazón le dio un brinco, pero entonces se dio cuenta de que no habían llamado al teléfono del apartamento. Seguramente era otro paquete para la señora Rosy, del 2°C. Siempre estaba comprando cosas en línea. Reprendiéndose a sí misma por haber sido tan tonta como para haber abrigado siquiera una tímida esperanza al oír el timbre, fue hasta la puerta y la abrió.

-¿Aidan? - Musitó incrédula al verlo plantado delante ella. Aidan frunció el ceño.

-¿No tenías siquiera puesta la cadena de seguridad? - Le dijo en un tono airado y posesivo. - Primero una señora mayor que bajaba me ha abierto la puerta y me ha dejado entrar sin preguntarme quién era. Y ahora tú vas y me abres sin cerciorarte siquiera de que era yo. ______ sé que este es un buen lugar pero...¡por amor de Dios! -

𝐀 𝐥𝐚 𝐌𝐚𝐧̃𝐚𝐧𝐚 𝐒𝐢𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 [ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ] (𝓐.𝓖.) [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora