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Aidan aún no se había abrochado la camisa del smocking cuando _____ salió del baño ya peinada, maquillada, y enfundada en su vestido de dama de honor. Era de color gris plata y tenía una gran abertura en ambos lados del vestido desde el muslo hasta el final del largo vestido, dejando al descubierto sus torneadas piernas.

Incómoda, se pasó las manos por las caderas varias veces, como si con ello fuese a conseguir que el vestido se cerrara.

-Yo no tuve nada que ver con la elección de este vestido. - Le dijo.

-Déjame adivinar...¿Fue cosa de esa tal Tina? - Inquirió él recordando la camiseta de "QUIERO UN HIJO TUYO." _____ esbozó una media sonrisa.

-Es lo que cualquiera se imaginaría, ¿no? Pero la verdad es que no, fue idea de Jodie. Por no sé qué idea de que este vestido sería como un amuleto para las tres, que estamos solteras. -

-¿Un amuleto? -

-Jodie estaba convencida de que nos traerían suerte...para encontrar un marido. - Aidan soltó una carcajada.

-Vaya, pues en tu caso ha funcionado. - Respondió. - Y tengo que decir que me alegra que hayas decidido llevarme como acompañante a la boda, porque me habría costado mucho dejarte ir sola. - Las mejillas de _____ se tiñeron de un ligero rubor, y una pequeña sonrisa asomó a sus labios.

-No me digas que eres celoso… -

-Más bien posesivo. - al6 ver el placer que reflejaron los ojos de ella cuando dijo eso, añadió: - Pero sólo cuando algo es muy importante para mí. - _____ se mordió el labio, le dio la espalda, y se puso a juguetear con los anillos que él había dejado sobre la cómoda. Sin embargo, el recogido que llevaba no ocultaba el rubor que se había extendido al cuello y las orejas, y Aidan no pudo reprimir la satisfacción qué sintió de saber que él era el responsable. Cuando hubo recobrado la compostura, se volvió de nuevo hacia él.

-Debería ponerme ya los zapatos. - Murmuró. - Y tú... - Se agachó para alcanzar el par de zapatos de tacón, que estaban junto a la pared, pero al hacerlo se le movió la falda del vestido. Se irguió para tirarse del dobladillo, pero al agacharse de nuevo se le volvió a mover. Mientras la veía erguirse de nuevo, Aidan le dio las gracias mentalmente a Jodie por haberlo elegido, y carraspeó azorada. - Y tú deberías terminar de vestirte. - Acabó de decir. - Dentro de nada tendremos que irnos. -

-Lo sé. - Murmuró él distraído, sin poder apartar los ojos de ella. debió de darse cuenta, porque le lanzó una mirada furiosa antes de echarse a reír.

-Esto es ridículo; deja de mirarme para que pueda recoger los zapatos del suelo. -

-Está bien, perdona, tienes razón, me estoy portando como un adolescente. - Respondió Aidan sin poder reprimir una sonrisilla.

-Ya, ya veo cuánto lo sientes. - Contestó ella riéndose, pero se le cortó la risa cuando Aidan se acercó y le puso las manos en las caderas.

Aunque se quedó mirándolo con los ojos como platos no lo apartó, y Aidan la hizo retroceder hasta la cama.

-¿Por qué no te sientas? - Le dijo. - Yo te pondré los zapatos. - _____ se sentó al borde de la cama, con mariposas en el estómago porque aún notaba la sensación de las manos de Aidan en sus caderas. No debería haberle dejado hacer aquello, pero por algún motivo no reaccionaba ante él como lo haría ante un extraño. Era como si su cuerpo lo recordara aunque su mente no recordase la noche anterior. Lo deseaba, deseaba a aquel hombre tan sexy que tenía delante: descalzo, vestido con unos pantalones negros y la camisa abierta. Aidan recogió los zapatos del suelo y se arrodilló frente a ella. Tomó su pie derecho y lo levantó. - ¿Te duelen los pies? - Le preguntó masajeándole la planta con el pulgar. - Anoche vinimos caminando hasta aquí porque insististe en que no querías tomar un taxi, y no sé cómo pueden aguantar las mujeres los zapatos de tacón. - _____ se quedó mirando y se limitó a sacudir ligeramente la cabeza, absorta en lo íntimo que resultaba aquel masaje y lo agradable que era. - Bien. - Murmuró el castaño. Sus ojos se encontraron cuando tomó un zapato, deslizó la punta sobre los dedos de sus pies, se lo ajustó al talón, y le acarició suavemente el tobillo con el pulgar. _____ contuvo el aliento mientras pasaba la delicada tira del zapato por la pequeña hebilla.. Era increíble que pudiera resultar tan sexy que un hombre le pusiera a una un zapato, pensó. De pronto se sentía como Cenicienta, y aquello no le daba buena espina. Aidan estaba diciéndole que su matrimonio se basaría en la sinceridad y el pragmatismo, pero era demasiado bueno para ser cierto: su atractivo físico, su fortuna, esa habilidad para decir justo lo que quería oír, y sobre todo ese romanticismo que impregnaba sus palabras y actos. - ¿Está bien así? - Le preguntó Aidan, tirando un poco de la tira del zapato.

𝐀 𝐥𝐚 𝐌𝐚𝐧̃𝐚𝐧𝐚 𝐒𝐢𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 [ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ] (𝓐.𝓖.) [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora