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Despertó desorientado, no tuvo ningún sueño o pesadilla, cosa que se le hacía rara, más no desagradable. Se levantó y la manta se deslizó hasta el suelo, lo recogió, no recordando tenerlo al quedarse dormido. 

—¿Shinichi? —pregunto al encontrarse solo en el sofá.

—Creí que dormirías hasta la tarde —respondió entrando al lugar.

—¿Cuánto dormí?

—No mucho, tal vez 3 o 4 horas.

—Ya veo —dejo su peso en el mueble— Descanse, pero no me siento recuperado

—Bueno —se sentó junto a él— Es normal en tu situación, ¿quieres algo?

—Creo que todavía me queda helado, si es que no me lo termine todo

—Iré yo

Volvió a taparse con la manta, mirando por donde salió el detective, escuchando de fondo el cómo preparaba todo, le saco una sonrisa. Tomo el recipiente con el helado, comiéndolo con gusto. 

—¿Cómo estás?

Paro con la pregunta, lo miro y desvió los ojos al instante, después de lo que paso, no sabe como comportarse. 

—Tal vez, no sé que pensar. Pero me alegro de que lo habláramos —tomo su cuchara y la lleno de helado, guindola a su boca.

—¿Vas a levantarte o seguir durmiendo?

—Yo...

Unos golpes en la puerta lo interrumpió, Kudo se levantó a abrir. Mientras Kaito solo seguía con lo suyo.

—Kaito-kun

Levanto la mirada, Ran estaba con un rostro preocupado, le dio una sonrisa cansada como respuesta.

—Gracias por venir, ¿pero por qué ahora?

—Shinichi me escribió, y como no me devolvió los mensajes, vine aquí

—Perdón, se me olvido revisar

—Tienes ojeras, ¿de verdad estás bien? —acerco su mano con lentitud, viendo que no la apartaba, toco debajo de sus ojos, siendo una caricia.

—Agotado mentalmente, pero vivo —lo acepto, más como un mimo de una hermana mayor, le daba esa impresión.

—¿Has comido algo? Que no sea un postre —regaño al ver lo que tenía en sus manos.

—No

—Shinichi

—Se quedó dormido —alzo las manos ante su tono— No quería despertarlo 

—Entonces yo me encargaré, ¿hay ingredientes? —asintió, esperaba que hubiera, Aoko llenaba la despensa cada fin de semana.

—Aoko...

—Ella sabe, tu madre le dijo que hablaría contigo, quiere darte tu espacio. Aunque también puedo llamarla para que venga

—No, estoy bien Ran —termino su postre y dejo lo demás en una superficie estable, giro dando la espalda y cubriéndose más con su manta. 

Ambos amigos se miraron, Mouri se acercó al detective, diciendole que se quedara junto a él, para seguir su camino a la cocina. 

Sin saber qué hacer, solo se quedó en su lugar. Mirando al mago, quien parecía solitario y con su alegría apagada, no, más bien enterrada. Se colocó en el borde del mueble, acompañándolo en silencio.

¿Porqué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora