XCIX

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Keisuke apenas dejo a la señora Matsuno abrazar a su hijo, ya que quería a Chifuyu solo para él.

Lo mimó tanto que el rubio se había rendido en sus intentos para apartarlo, dejando que lo abrazara constantemente, que acariciara du cabello y dejara besos en todo su rostro, sus manos o cuello.

Chifuyu se sentía muchísimo mejor, su cabeza era una molestia que sólo sentía si se ponía a pensar en el dolor, los medicamentos que le habían dado estaban funcionando.

Por más que su tía Sayuri insistió en que se quedaran, Chifuyu quería irse, quería regresar a su casa, ir a la escuela y pasar el rato con sus amigos, todos los estudios lo habían puesto de mal humor y quería alejarse de Osaka lo más pronto posible.

Así que luego de una última cena, a modo de celebración, y una cómoda noche de descansó, volvieron a Tokyo.

No quiso dormir, en cambio, se quedo escuchando música con Keisuke, mirando por la ventana durante el camino.

El pelinegro golpeó un poco su brazo para que lo mirara, Keisuke señaló al cuaderno sobre sus piernas, girandolo un poco hacía él.

No sabía en qué momento lo había sacado, Chifuyu casi no lo usaba, salvo en ocasiones donde se sentía muy cansado para hablar o quería decir algo bastante largo, fuera de eso, el cuaderno estaba casi olvidado.

Se inclinó para enfocar la vista en lo que Keisuke había escrito.

"¿Te he dicho que tengo suerte de tenerte?"

Chifuyu sonrío, alzó la vista hacía él, asintió, Keisuke volvió a escribir.

"No me cansare de decirlo".

Keisuke tomó su mano, entrelazando sus dedos, dejando un suave beso en la pequeña mano de su novio.

-Soy muy afortunado de tenerte- murmuró, Chifuyu apenas lo escucho, casi le había leído los labios.

Keisuke sonrío al ver el sonrojo en las mejillas de Chifuyu, y lo hubiera besado allí mismo de no ser por la presencia de sus padres a menos de un metro de distancia.

-Tampoco me canso de esto- murmuró el pelinegro, tomando la lapicera de nuevo, trazando unas lineas con algo de torpeza.

Chifuyu sintió la calidez florecer en su interior por lo que veía, un lindo y algo torpe dibujo de una mano haciendo una seña, con el pulgar, índice y meñique extendido.

Lo miro con ternura, tomó la lapicera de su mano para escribir junto al dibujo.

"Te amo".



Mᴜᴛᴇ «Bᴀᴊɪғᴜʏᴜ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora