LXXXIX

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Chifuyu fue hacia el baño, pegó la oreja a la puerta, al no escuchar nada, golpeó dos veces.

-Ya... Ya salgo- habló Wakasa, su voz sonaba como si estuviera congestionado, aunque era sólo por el llanto.

Chifuyu mordió su labio con fuerza, sintiéndose mal por su director.

-¿Waka?- habló.

El mayor tardó un momento en entender su nombre en el aniñado acento del chico, además de que hablaba bajo, y con la puerta entre medio apenas y había escuchado.

Wakasa abrió, notando la mirada preocupada del chico, y como abrió un poco de más sus ojitos al notar sus ojos brillantes y las mejillas enrrojecidas por llorar.

-Fuyu, lo siento, ¿Querías pasar?

El chico negó, sentía un nudo en la garganta, así que aclaró su voz, mientras lo señalaba.

-¿Bien?

Wakasa sintió ternura por la preocupación del chico.

Río un poco, aunque sonó bastante forzada.

Revolvió los cabellos del chico, para luego rodear sus hombros, yendo hacia la escalera para volver a la sala.

-No voy a mentirte, Fuyu, no me siento bien, pero estamos aca para celebrarte, olvídate de esto, así que no te sientas mal por mí y piensa en sentirte bien por tí.

Chifuyu sintió que el mayor estaba rechazado su ayuda, lo pero decidió no decir nada, y le hizo caso.

Durante la cena, el señor Matsuno había traído cervezas, y los únicos que se negaron fueron Manjiro y Chifuyu.

Al final cuando se fueron, Keisuke y Chifuyu fueron hasta el cuarto que compartían, acurrucándose uno junto al otro en la cama que también compartían, el sueño no tardo en ganarle.




Mᴜᴛᴇ «Bᴀᴊɪғᴜʏᴜ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora