XLVII

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Keisuke no podía dejarlo, ¿No?

Él le había prometido que seguirían juntos, que irían a la escuela juntos, que estarían juntos.

Keisuke no podría haberle mentido ¿No?

Chifuyu sólo corrió, lejos de la escuela, de Ken y Manjiro, lejos de todos.

Quizás corría para encontrar a Keisuke, no lo sabía, pero tenía esa necesidad de huir.

Las lagrimas caían por sus mejillas, sus muñecas picaban horriblemente y comenzó a rascarlas.

Al cabo de un rato tenía los pulmones cansados, de correr, de llorar, aunque por más que intentara, no había suficiente aire en el mundo para que pudiera tener oxigeno.

Ya lejos, sin saber muy bien donde, Chifuyu comenzó a caminar, a paso lento, tortuoso.

Sus muñecas ya no sólo picaban, sino que ardían, sentía su rostro empapado y unos mechones de pelo demasiado largos se le pegaban a la cara.

A pesar de todo su dolor, seguía pensando en Keisuke, su primer amigo, su primer amor, su primer novio.

Keisuke no podía dejarlo, había prometido que no lo haría, el cumple promesas...

¿No?

Pensando en aquel chico, una bocina fuerte lo tomó por sorpresa, y por más que vió a la camioneta venir, sus pies no pudieron moverse.



Mᴜᴛᴇ «Bᴀᴊɪғᴜʏᴜ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora