XXXII

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-Chifuyu, Chifuyu, espera...

El chico mudo no parecía querer aflojar el paso.

Y de nuevo, no sabía porqué huía.

Quizás era porque estaba demasiado avergonzado, porque tenía demasiado miedo, ni él sabía de qué.

-Chifuyu- Keisuke tomó su muñeca, y lo hizo voltear, frenando su paso apenas a un metro de su habitación.

Sus ojos se encontraron y la mente de Keisuke su quedó en blanco, ya ni siquiera se acordaba de lo que iba a decir, de lo que había practicado.

Chifuyu ladeó su cabeza, su cabellos cayó un poco frente a sus ojos.

-Yo...- comenzó el pelinegro, sin saber como seguir, -, había preparado algo, pero ya... No lo recuerdo- soltó una risa nerviosa -,¿Te importa si improvisó?

Chifuyu se giro un poco más a él, esperando lo que tenía que decir, se sorprendió un poco cuando la mano de Keisuke bajó de su muñeca hacía su mano, tomandola.

-Chifuyu, me gustas- dijo -, mucho. Y esto es hace bastante tiempo. Me gustas desde antes del beso, Chifuyu- sonrío cuando el rubio abrió los ojos con sorpresa por esas palabras -Quiero cuidarte, estar a tu lado todos los días, hablar contigo por horas antes de dormir- Keisuke sonrío -. Yo... No puedo decir desde hace cuánto es así. Sólo sé que te quiero, que te quiero tanto que creo que te amo.

Y esa era la única seña que Keisuke recordaba.

Alzando la mano en un puño, levantó su dedo meñique, para luego estirar el dedo índice y el pulgar.

-Te amo.



Mᴜᴛᴇ «Bᴀᴊɪғᴜʏᴜ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora