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Fue tomando conciencia poco a poco, sentía su cabeza doler, sentía mareos

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Fue tomando conciencia poco a poco, sentía su cabeza doler, sentía mareos. Abrió sus ojos con lentitud, adaptándose a la poca falta de luz del lugar. Miró todo a su alrededor dándose cuenta que estaba en una silla atada de sus manos, torso y piernas con unas sogas, además tenía una cinta en su boca que le impedía hablar, mucho menos gritar. También notó que estaba en una pequeña habitación con apenas una cama y un armario con un espejo, además de una cubeta que extrañamente había ahí dentro, tenía una pequeña mesa y también había una puerta que era la única salida.

Intentó liberarse, pero no lo logró, se dió cuenta que aquellos nudos que la retenía estaban demasiado apretados, sus muñecas también dolían por ese hecho. Se preguntaba donde estaba o como llegó ahí, su memoria le fallaba, apenas recordaba lo que pasó, parecían recuerdos borrosos.

Al verse atrapada y sin escapatoria la desesperación creció en ella, comenzó a respirar agitadamente con pequeñas gotas saliendo de sus ojos. Quería salir de ahí, escapar, liberarse y volver con sus amigos, ni siquiera tenía idea de donde estaba.

Escuchó la puerta abrirse, provocando que rechinara por lo vieja que se veía. De esta vió aparecer a un hombre, castaño y con una sudadera roja, traía unos guantes negros y un barbijo el cual no traía puesto ocultando su rostro.

—Vaya, ya despertaste —dijo con cierta felicidad

Se acercó a la pelinegra a un paso lento, aún así ella se atemorizó, buscando una manera de alejarse de ese hombre.

Cuando estuvo cerca apoyó una de sus manos en el espaldar de la silla mientras que con la otra acarició suavemente el rostro de la chica. Color se encogió de miedo, cerrando sus ojos con fuerza, su cuerpo tembló ante el toque de aquel chico extraño que era el que la tenía ahí encerrada.

—Eres más hermosa de cerca —sonrió de una manera que le provocó un escalofrío a la menor

Siguió explorando su cuerpo sin sobrepasarse al tocarla, aún no era momento de eso. Volvió su mirada a la de ella, notando como esta lo observaba con temor mientras temblaba.

Su sonrisa se agrandó al ver como ella reaccionaba.

—Al fin te tengo. No sabes lo mal que me ponía verte y no poder tenerte, el ver como tu sonrisa no era para mí, como tus miradas no eran para mí... Ver como tus labios no eran para mí —pasó ligeramente su dedo índice por la cinta en la boca de ella

De la nada borró su sonrisa mirándola ahora con seriedad, Color estaba muy asustada, no sabía que era lo que estaba pasando, pero tenía demasiado miedo.

—No sabes como me destruía el ver como alguien más podía tenerte... Y ese alguien no era yo —habló mientras apretaba su mandíbula con enojo

Acercó su mano libre al cabello pelinegro de ella acariciandolo con suavidad y delicadeza, volvió a sonreír para no asustarla, pero sólo lograba lo contrario.

—Pero al fin eres mía... Sólo mía... Color

Se asustó más cuando aquel tipo pronunció su nombre, se preguntaba como era que lo sabía, como sabía tantas cosas de ella, ese hombre sólo le causaba temor.

La miró seriamente acercándose peligrosamente a su rostro, deteniéndose a centimetros de este.

—Voy a quitarte la cinta, pero no quiero que grites, si lo haces me enojaré muchísimo ¿acaso quieres que me enoje? —cuentionó y ella negó rápidamente— Bien

Dirigió una de sus manos a su boca para quitar aquella cinta que le impedía hablar. Él la quitó de un sólo tirón, dejándole un pequeño ardor en la boca a ella por tan repentina acción.

Ante eso, Color bajó la mirada sintiendo un pequeño dolor en su rostro. El castaño tomó su rostro con algo de fuerza obligándola a mirarlo, observando sus ojos morados que tenían cierto brillo al verla.

—Qué maleducado de mi parte, no me he presentado —rió para luego alejarse un poco de ella—. Soy el Señor X —dijo haciendo una pequeña reverencia

Color sólo lo observó sin decir nada, no entendía que era lo que él quería lograr con todo eso o el porqué la había secuestrado.

—¿Qué pasó? ¿Te comió la lengua el gato? —bromeó acompañado de una risa— Puedes hablar, me encanta escuchar tu voz, la escucharía todo el día —se volvió a acercar a ella de manera intimidante

—S-sólo quiero salir de aquí —murmuró en un pequeño sollozo sintiendo las lágrimas resbalar por sus mejillas

El Señor X sonrió amablemente, se agachó a su altura y la miró maravillado.

—Me temo que eso no será posible, bonita, desde ahora ESTE será tu nuevo hogar

Dicho eso se puso de pie y caminó hacia la puerta abriéndola, se detuvo antes de salir, girandose para volver a mirar a la chica que había secuestrado.

—Y si eres buena chica, tal vez te desate de esa silla —condicionó con una gran sonrisa

Terminó por salir de la pequeña habitación, la pelinegra escuchó un ligero ruido proveniente de la puerta, él le había puesto seguro.

Asegurándose que ella no pudiera salir.

Asegurándose que ella no pudiera salir

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𝕺𝖇𝖘𝖊𝖘𝖎𝖔́𝖓 [sᴇɴ̃ᴏʀ x x ᴏᴄ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora