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—Ya estás lista

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—Ya estás lista. Te ves hermosa, ¿no crees? —le dijo sonriendo dejando el peine a un lado

Ella sólo sonrió apreciando su imagen en el espejo, odiaba los espejos, pero cuando estaba con el Señor X y este le decía que se veía bonita las cosas cambiaban.

—¿Entonces vas a hacerme el amor? —preguntó volteando a mirarlo

—Claro que sí —afirmó con seguridad—, sólo que primero tienes que comer, necesitas comer algo

—Vale

Se levantó de la silla en la que estaba sentada para acercarse al Señor X, él extendió sus brazos mientras sonreía, Color lo abrazó sintiéndose segura, estando con él se sentía segura, pero a la vez vulnerable por lo que podría llegar a hacerle, pero preferiría convencerse que todo era parte de su manera de amarla.

—¿Qué te gustaría comer? Esta vez dejaré que tú elijas —le dijo pasando su mano por sus cabellos dándole caricias

—Está bien —respondió con simpleza sin despegarse de él un segundo

...

En aquella habitación perteneciente a la pelinegra, sólo se escuchaban sus gemidos, escandalosa y exitada. El castaño no dejaba de besar su piel dejando marcas en el transcurso, tocaba descaradamente sus senos y sólo la embestía con fuerza, además de tomar su cuello cortando un poco su respiración. A ella llegaba hasta a dolerle el cuerpo, pero no le importaba, le había conseguido el placer a ese dolor que sentía.

Gemía pidiéndo más, quería más, se abrazaba a él aferrándose a su cuerpo completamente. Hacía lo que él le había dicho: qué obedeciera y le dejara todo el trabajo a él, además de gemir para él, de esa manera él la premiaba, le daba más comida de la que siempre solía comer, la dejaba ver televisión o simplemente le permitía dormir con él en algunas ocasiones.

El cuerpo de la pelinegra tembló y seguido se dejó venir gritando de placer, él continuó embistiendola sin importar qué, hasta que sintió que también se vendría. Antes de hacerlo salió de ella y la obligó a levantarse, la hizo arrodillarse en el suelo frente a él, comenzó a masturbasrse cerca de ella.

—Abre la boca —le ordenó siendo obedecido de inmediato

Él empujó su cabeza contra su pene haciendo que este entrara todo, Color movió su cabeza un poco tímida, pero luego el castaño tomó el control otra vez llevándola al ritmo que él quería, rápido y duro. El cuerpo de la de ojos marrones se tensó por completo cuando sintió algo espeso y tibio en su boca. En ese momento se separó de golpe queriendo escupir aquello, pero el Señor X no la dejó, sujetó su cabello con fuerza haciéndola mirarlo.

—Tragatelo —demandó con su rostro serio

Ella cerró los ojos fuertemente teniendo un poco de dificultad en cumplir lo que él le ordenaba. Al final terminó tragando su semen, respirando luego un tanto agitada.

—Buena chica —sonrió satisfecho por su trabajo

—¿Lo hice bien? —preguntó tímida

—Más qué bien, hermosa, lo has hecho de maravilla, te has ganado un gran premio por eso —elogió y ella sonrió

Acarició suavemente su mejilla, observando la vista que tenía de ella en ese momento, le gustaba verla así tan entregada a él, tan inocente... Tan sumisa. Le gustaba tenerla sumisa, totalmente bajo su control para así manipularla con facilidad y lo mejor, según él, era que ella se dejaba manipular.

Tomó su rostro entre sus manos apreciandola, se agachó un poco besando sus labios con deseo. Volvió a levantarse aún con Color arrodillada mirándolo, sonrió con satisfacción al saber que ella ya estaba completamente bajo su poder.

—Dime una cosa, Lor... ¿A quién le perteneces? —preguntó esperando escuchar una respuesta correcta

—Te pertenezco a tí, Señor X, soy toda tuya

—¿Sólo mía? —quiso asegurarse

Ella asintió con una pequeña sonrisa, estaba muy convencida de aquello.

—Así es, estás en lo correcto, buena chica —sonrió ya satisfecho con su respuesta

...

La pelinegra temblaba de miedo en su cama, escuchaba unos fuertes ruidos afuera que la asustaban y una luz intensa que en ocasiones iluminaba la habitación, siempre acompañada de aquellos ruidos. Tenía pequeñas lágrimas en sus ojos del miedo que sentía, se sentía temerosa.

Se levantó de la cama aún temblando, llevó consigo las sábanas cubriéndose con ellas, traía una pijama, pero sentía que esas sábanas la protegerían. Salió de su habitación caminando cohibida por aquel pasillo, llegó a la habitación del castaño abriendo la puerta con temor. Vió al castaño sentado al borde de la cama mirando al suelo, tenía un semblante pensativo.

Se acercó a él y lo llamó en un murmullo viendo cómo él se sorprendía por su presencia.

—¿Qué pasa? ¿No puedes dormir? —preguntó mirándola desde su posición

Ella negó—También tengo miedo —confesó con su mirada en el suelo

Él la comprendió, tenía miedo de la tormenta que había afuera. Sólo sonrió y le extendió uno de sus brazos.

—Ven aquí

La de ojos marrones se acercó con temor y él la hizo sentarse en sus piernas, la rodeó en sus brazos mientras la acariciaba en un intento de calmarla.

—¿Puedo dormir contigo? —le preguntó tímida

—Claro que puedes, después de todo te has portado muy bien últimamente, has sido una buena chica —besó su mejilla haciéndola sonreír un poco

—¿Y vas a hacerme el amor? —agregó mirándolo a los ojos

—No, hoy no, otro día te lo haré —negó en un tono tranquilo, luego dejó un beso en su cabeza—. Ven, vamos a dormir

Ella asintió recostadose en la cama junto a él, acurrucandose a su lado para no tener frío.

De pronto un trueno se escuchó fuertemente asustando a la pelinegra, esta saltó en su lugar, gritó del susto y volvió a temblar apegándose al castaño. El Señor X la abrazó intentando tranquilizarla, entendía perfectamente que ella tuviera miedo, después de todo no estaba acostumbrada a las tormentas.

—Tranquila, estás a salvo, estás conmigo

Eso la calmó, se acomodó junto a él y terminó cayendo dormida en poco tiempo, en verdad se sentía muy segura estando en sus brazos.

Eso la calmó, se acomodó junto a él y terminó cayendo dormida en poco tiempo, en verdad se sentía muy segura estando en sus brazos

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𝕺𝖇𝖘𝖊𝖘𝖎𝖔́𝖓 [sᴇɴ̃ᴏʀ x x ᴏᴄ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora