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Estaba recostada en la cama mirando al techo, se moría de hambre y sueño, no le quedó de otra que comer la comida que el castaño tiró al suelo

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Estaba recostada en la cama mirando al techo, se moría de hambre y sueño, no le quedó de otra que comer la comida que el castaño tiró al suelo. El Señor X iba más seguido a verla, asegurándose de que estuviera "bien", pero era obvio que ella no estaba bien. Había intentado ver si podía escapar por la ventana que ahí había, pero para su suerte estaba cerrada con tablas y clavos, ahí sus esperanzas se fueron volando.

Pensaba en sus amigos, seguro se preguntarían donde estaba y estarían preocupados, pero lo que más pensaba era en su novio Sparta, seguro se habrá llevado la sorpresa de no verla cuando fue a su cita, podía imaginar lo preocupado que él estaría por ella, pero lo que no podía imaginarse era nunca volver a verlo.

Sentía que se estaba volviendo loca estando en esas cuatro paredes, no había visto la luz del día desde ya casi una semana.

Escuchó la puerta abrirse, por lo que se sentó en la cama mirando como su secuestrador entraba a la habitación. Su expresión era seria, no parecía ni molesto ni feliz, traía consigo otra bandeja con comida, esta vez huevos fritos con tostadas y un jugo de fresa, además un vaso con agua, seguro tendría sed. Esa vez se aseguró de cerrar la puerta para evitar que ella intentara escaparse.

—Hola de nuevo, bonita, seguro me extrañaste ¿no? —preguntó con apenas una sonrisa

Se acercó a la cama donde ella estaba, sentándose al borde de esta dejando la bandeja cerca de ella.

—Te traje comida, ¿tienes hambre?

Color apenas lo miró y asintió con tímidez.

—Bien, entonces come. No me gustaría que te murieras de hambre, eres muy bonita como para que algo malo te pase —dijo acercando una mano a su mejilla para tocarla suavemente

La pelinegra no hizo nada, sólo se dejó, ya no quería más problemas con él.

Miró la pequeña bandeja con comida, en serio tenía demasiada hambre, acercó su mano a una de las tostadas y la mordió apenas, luego lo hizo otra vez, haciendolo una y otra vez acabandosela con rapidez. Hizo lo mismo con el resto de la comida acabadola en poco tiempo, todo bajo la atenta mirada del castaño.

La volvió a tomar de la barbilla mirando sus marrones ojos.

—Dime, ¿vas a ser buena chica? —cuestionó en un tono tranquilo intentando no asustarla

Color lo pensó, quería salir de ese lugar, pero si intentaba escapar él se enojaría y quien sabe lo que le haría.

—Y no quiero que me mientas, no me gustan las mentiras —añadió con algo de severidad

Ella sólo asintió levemente.

—S-sí voy a ser buena chica —dijo apenas

Eso hizo sonreír al castaño con satisfacción, la conocía bien como para saber que ella no era de causar problemas, por lo que su objetivo de tenerla sumisa bajo su control no sería tan difícil.

—Bien. Vendré a verte más tarde, portate bien y tal vez te traiga más comida —condicionó

Se acercó más a Color y besó suavemente su frente, mientras que ella sólo se dejó.

El Señor X se levantó de la cama y caminó hacia la puerta, llevando consigo la pequeña bandeja ahora vacía. Abrió la puerta y salió para luego pasar llave, no se arriesgaría a que ella intentara algo para escapar.

Color sólo se quedó sentada en la cama mirando una de las paredes, perdiendo su mente en la nada. Ya no tenía escapatoria, sólo le quedaba adaptarse a ese lugar y a ese castaño obsesionado con ella.

Ser buena era lo único que le quedaba.

Ser buena era lo único que le quedaba

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𝕺𝖇𝖘𝖊𝖘𝖎𝖔́𝖓 [sᴇɴ̃ᴏʀ x x ᴏᴄ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora