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Auradon, el lugar de las oportunidades. La Isla de los Perdidos, lugar donde habitan los desterrados debido a sus crueles acciones.
La heredera de Agrabah, comienza una historia de amor con quién debería ser su más grande enem...
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Aisha de Agrabah, hija de Aladdin y Jasmine, la heredera al trono. Se encontraba estudiando en la preparatoria de Auradon esperando el lejano día de su coronación el cual sería dentro de dos años al cumplir los dieciocho.
Creció rodeada de amor, diversión y bondad, adoraba a sus padres, su familia y su cultura. Sin embargo adoraba su libertad y es por eso que apreciaba cada momento antes de atarse a una corona. Se había hecho muy cercana al siguiente Rey de Auradon, y el la consideraba una gran amiga.
—Cuando estés listo, Ben— le dijo la princesa.
—Ya estoy listo— la morena asintió — Quiero traer a hijos de villanos, al menos solo a cuatro.— el castaño explicó su punto al ver la cara de espanto de la chica— Aisha, ellos no tienen la culpa de lo que hicieron sus padres, se merecen una oportunidad.
Esas palabras la pusieron a pensar un poco, y era cierto, después de todo ella no estaría ahí si su madre no hubiera perdonado a su padre, él era un ladrón. Tomó ese punto para tener la mente abierta ante cualquier posibilidad.
Así que respiró hondo— Está bien, y dime a quienes quieres traer.
—Al hijo de Cruella de Vil— encarnó una ceja— la reina malvada— levantó ambas cejas— Deja de hacer tantas muecas.
—Lo siento, lo siento, continua. — se excusó.
—Maléfica.
—¿Qué puede ser peor que eso?— sonrió irónica y levemente asustada.
—Y al hijo de Jafar.
—¡¿Qué?!—— se levantó rápida de su asiento— tú estás hablando en serio, ¡¿Cómo puedes hacerme eso?!.
—Oye escúchame, no quiero hacerte daño.
—Pues no lo parece— lo miró incrédula— ¿Por qué de tanta gente, no puedes escoger a otro?.
—Aisha por favor, él no tiene la culpa de lo malo que fue su padre en el pasado— suspiró — Pero si quieres no lo traemos y escogemos a otro, aunque eso quedará en tu conciencia.
La princesa sabía que estaba jugando con su mente, la hacía sentir culpable y evitó la mirada de su amigo, pero no se resistió— De acuerdo, puedes... puedes traer al hijo de Jafar aquí.
Su mejor amigo le dio un abrazo que correspondió, secamente pero lo hizo— Ahora hay que contarle a tus padres, chico valiente.
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Benjamín estaba en una de sus tantas pruebas de vestuario, ella estaba redactando el decreto que se enviaría a la isla, mientras Zaid estaba comiendo una manzana a la vez que miraba por la ventana. Este último era el hijo del Genio de la lámpara. Creció junto a la hija de Aladdin, se consideran primos, contando el hecho de que el Genio era su padrino.
