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Auradon, el lugar de las oportunidades. La Isla de los Perdidos, lugar donde habitan los desterrados debido a sus crueles acciones.
La heredera de Agrabah, comienza una historia de amor con quién debería ser su más grande enem...
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Justo antes de subir al yate había una alfombra azul, donde los paparazzis esperaban a los personajes con más renombre en Auradon, y Aisha era una de ellas.
La princesa subió con su novio a la alfombra, y posaron juntos a pesar de que sus atuendos no combinaban. Jay no va a dejar las prendas de cuero por ahora.
—¡La pareja más inesperada de Auradon!— exclamó una mujer.
—¿Jay conoce a los Sultanes de Agrabah?
—¡Miren aquí por favor!
—Definan en una palabra como definen su relación— les pidió una reportera.
—Perfecta— aseguró Jay, y su novia lo miró enternecida.
—¿Podrían darse un beso?
Ambos rieron ante las cámaras un poco nerviosos, y negaron débilmente, pero Aisha dejó un corto beso en la mejilla de su pareja. Su padre se infarto al ver eso.
El hijo de Jafar dejó un momento a la morena, para que ambos pudieran posar por separado.
—¡Estás hermosa!
—Gracias.
—¿Quién diseñó tu vestido?
—Evie Grimhilde— contestó ella con una sonrisa.
Los flashes aumentaron cuando se acercó a sus amigas y las cuatro posaron en conjunto. Era evidente que serían parte de la portada de alguna revista.
Ya dentro en la recepción, los chicos sonrieron al ver que era una verdadera fiesta mientras se esperaba la llegada de el Rey y de Mal.
La música estaba a todo volumen, había una amplia mesa de bocadillos y la decoración era más que apropiada. Habían flore, y cortinas de color azul y dorado, y habían linternas colgantes decorando el cielo estrellado. Todos estaban disfrutando la velada.
—Esto sí es una fiesta— celebró Zaid, ni siquiera estaba en el centro de la pista y ya se estaba luciendo con sus pasos de baile. Haciendo reír a sus amigos. —¡Vamos Jay
El ex villano no dudó en seguirlo.
—Tengo que confesar que lo extrañé, pero no se lo digan— sonrió Audrey.
—¿Nos vamos a quedar aquí o qué?— preguntó Holden—¡ Vamos a bailar!— exclamó divertido, arrastrando a la rubia escaleras abajo.
—Oh, Chad, acompáñame a la mesa de bocadillos, se ven deliciosos— pidió Melody mientras se encaminaba hacia allí.
