17.0

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🌑

No se le paraba.

Eso era lo único que veía. No podía excitarse. Y es que, por más que él quisiese, su pene estaba flácido como un cable

Tenía a dos Omegas, una con grandes tetas y uno con un culo demasiado grande y redondo, sin olvidar que los dos omegas estaban a su completa disposición, soltando cada uno feromonas de exitacion; pero nada, su amigo no reaccionaba.

Spreen miraba con furia a su compañerito de abajo y con la respiración pesada alejo a los omegas prostitutos y se puso su pantalón.

Los dos meretriz miraron confundidos al alfa y entre ellos se susurraron.

- Era cierto que ya no se le para - dijo la Omega femenina a su compañero

El otro asintió

- Pobre... Con esa cara tan linda y ese tamaño. Es una lástima y un desperdicio de alfa - hablo el omega

Spreen escucho lo que dijo y agarrándolo del cuello ladro.

- Vuelve a decir una mierda como esa y yo mismo te desaparezco. Malditas zorras baratas. - dijo con furia viendo a al Omega quien había soltado un chillido de terror.

Soltándolo salió del cuarto hecho una bola de ira. A medio camino la mano del jefe de aquel lugar le detuvo.

- Spreen... Otra vez tuviste problemas con mis omegas - dijo el beta mirándolo

Spreen gruño

- Tus zorras no sirven de nada - dijo enojado

El beta lo miro con una ceja alzada. No diría nada pero sabía por sus mismos trabajadores que; el propio alfa era el único que tenía problemas. No sé arriesgaría a llevarle la contraria al próximo Dominante y que todo lo que tenía se fuera a la mierda.

- Yo me ocupo de ellos. Tranquilo, puedes volver cuando quieras. - dijo el hombre. Spreen lo miro con rabia.

- Vete a la mierda tú y tus putas de quinta - dijo entre dientes y salió del prostíbulo.

La lluvia caía como pequeños latigazos por su cabellera hasta correr por su chamarra de cuero. Chito con fastidio y camino a paso rápido a su moto donde una vez ahí se puso su casco y se adentró a las calles del pueblo a toda velocidad hasta llegar a su casa.

Su corazón latía tan rápido y su lobo aullaba dentro de él con una furia inigualable. No podía sacar de su mente a Roier.

Su lobo le pedía a gritos verlo, tenerlo, olerlo, besarlo y odiaba tanto ese sentimiento.

En ningún momento del día podía dejar de pensar en el beta. En su sonrisa estúpida y en ese ligero olor a menta que emanaba de su cuello.

Nunca antes había vivido algo así, nunca antes se había sentido así. Su corazón empezaba a re piquear cada que el olor a menta se posaba por debajo de sus fosas nasales.

Llevaba días como un puto loco tratando de dar con el paradero de Roier y en ningún momento tuvo éxito.

No sabía que hacer.

Llegó ya muy entrada la noche a su casa donde tratando de no hacer tanto ruido camino a la sala. Se dejó caer en uno de los sillones lleno de frustración. El agua aún chorreaba por su ropa mojada.

Miro al techo mientras pensaba.

Juan, aquel Omega que se casaría con el dentro de unos días, tenía un ligero olor muy parecido a la meta que emanaba Roier. Cómo vainilla y menta a la vez. Las primeras noches con él, pudo satisfacer ligeramente su necesidad, pero después de un tiempo cogiéndoselo y ver su cuerpo que no era nada en comparación al de Roier le quitaba las ganas de seguir haciéndolo.

𝙻í𝚗𝚎𝚊 𝚍𝚎 𝚏𝚞𝚎𝚐𝚘 ~Sproier~ 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora