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Las noches en la isla quesadilla eran frías y largas o al menos lo eran para el joven beta quien vivía solo en aquella casa de madera.

Roier nunca le ha gustado la soledad sin embargo por sus circunstancias ha tenido que acostumbrarse a ella. 

Estaría de más decir que siempre busca con quién pasar la noche, y no me refiero a que hace labores sexuales, sino que busca amigos con los que pueda hacer pijamadas y pasar una noche, al menos eso apacigüaba su corazón. 

Sin embargo, últimamente las noches eran más amenas desde que comenzó toda esta aventura con Spreen, a pesar de que el alfa se fuera a mitad de la noche o a primera hora de la mañana, podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo el cual era transmitido a él.

 Amaba ese sentimiento, amaba ese pequeño momento y los apreciaba más que a nada en el mundo. 

 - Quizá puedas acompañarme mañana a minar - le susurró Roier a Spreen.

 Roier estaba sobre el pecho del alfa quien lo rodeaba con un brazo y fumaba un cigarrillo

 - No puedo - dijo el alfa. Roier cerró lo ojos

 - ¿Saldrás de caza? 

 - Es entrenamiento, iremos con los guerreros del pueblo a entrenar a la aldea vecina, dicen que tienen nuevos hechizos para mejorar las armas, iré con papá ya que el también quiere saber más sobre ellos - hablo Spreen dándole una calada a su cigarro.  Roier se sintió bien al escuchar la explicación del alfa

 - Ya veo... Ve con cuidado, vayan con cuidado - dijo acariciando su pecho con uno de sus dedos

 - Hablas con el guerrero más fuerte, es claro que lo haré - dijo con tono de superioridad lo cual hizo reír a Roier 

 - ¿Crees que no puedo? 

 - Oh Nono yo nunca dije eso señor guerrero - rio el beta 

 - ¿Quieres que te demuestre que si puedo? - y Spreen se puso arriba de él haciéndole cosquillas.

  Roier y Spreen eran parte de una pele de cosquillas y golpes ligeros, reían en silencio hasta que el pelinegro le dió un beso en los labios del beta. Roier lo miro con nerviosismo y mejillas coloradas 

 - Ora tu... Al menos avísame cabron - dijo apenado 

 - Si, seguro que te aviso pelotudo - Y Roier sonrió, sonrió tan amplio y brillante que sus mejillas dolieron. El beta paso sus brazos por el cuello del alfa atrayendolo hacía el 

 - Besame de nuevo - le susurró y Spreen junto sus labios con los de Roier, fue un beso apasionado pero lento, dónde Roier trato de transmitir todos sus sentimientos. 

Nunca sabrá definir la relación que tiene con el alfa. Algunas veces el oso podía ser el hombre más atento y cariñoso que alguna vez haya conocido pero en otras ocasiones, delante de los demás, era frío y seco. Se comportaba de mala manera siendo egocéntrico y sarcástico.

Eran acciones como estás dónde Roier se sentía más confundido que nunca.

 A la mañana siguiente como era costumbre, Spreen salió de la casa a primera hora dejando a Roier solo, quien inicio con sus actividades para no perder más el tiempo. 

 Miraba su inventario observando que cosas le hacían falta. Su refrigerador estaba casi vacío y era dia de descanso de la cosecha. Decidió que iría por suministros al pueblo.

 - Ni modo toca ir al *tianguis - Y con ello emprendió su camino al centro de la aldea. 

 Una vez allí y comprando sus cosas empezó a bobear por ahí viendo los puestos de ropa, *tiliches y otras cosas que le llamarán la atención. De tanto caminar su estómago empezó gruñir así que se sentó en un puesto de *garnachas. 

𝙻í𝚗𝚎𝚊 𝚍𝚎 𝚏𝚞𝚎𝚐𝚘 ~Sproier~ 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora