Última parte y capítulo largo…
Ya era de noche y Miyuki entro feliz a su habitación, pero algo llamó su atención, la cajita que cuidaba con tanto empeño estaba sobre su cama.
—¿Me puedes explicar por qué tienes tú las cosas de mi marido? —preguntó sería.
Miyuki no sabía que contestar :—Yo nunca había visto estas cosas… yo… no sé que es eso, ¿de dónde las sacaste? —preguntó nerviosa.
—De uno de tus cajones —sus ojos se llenaron de lágrimas — ¿Sabes? Estoy empezando a creer que todo lo que dice Misaki es cierto — las lágrimas ya resbalaban por sus mejillas —Qué tú… —Miyuki no la dejo terminar.
—¡Claro! Ya sé que paso, Misaki lo puso aquí para que tú dudaras de mi, claro por eso se fue sin despedirse de mí, ¡por supuesto! — dijo ofendida.
—Misaki es incapaz de hacer algo asi— defendió a su hermana mientras se ponía de pie y se acercaba a ella—.
—¡Ah! Pero si crees que yo sea capaz de tener un sentimiento enfermó por alguien que es como mi papá — Fingió estar indignada qué las lágrimas salieron de sus ojos—. ¿De verdad?
Sorincha se quedó sin argumentos y su mirada se suavizó.
—Te juro que ya no sé que creer — contesto mientras un nuevo nudo se formaba en su garganta —.
—¡Sorincha! — ambas escucharon la voz de Naoto —¡Mi amor!
Miyuki la miro :— Ándale, correle — se acomodo su cabello —ve a contarle lo que piensas de mi, dile —La reto.
—¡Mi amor! — otravez Naoto la llamaba — ¿Dónde estás?
Sorincha bajo la mirada, ya no sabía que pensar, salió del cuarto de su hermana para ir a recibir a su esposo.
Naoto al verla se puso feliz, le dio un beso en los labios, pero cuando se separó de ella noto que su carita lucia triste, le pregunto que qué le pasaba, pero Sorincha no quería decirle la verdad que solo contestó que estaba triste por la partida de su hermana.
—No te preocupes amor, ella estará bien, vamos a descansar qué lo necesitas — La cargo y la llevo hasta su habitación.
Ya en su habitación le comentó que a la mañana siguiente partiría a Osaka por dos días, que la construcción de allá había tenido un problema.
___A la mañana siguiente, después de la partida de Naoto, Sorincha seguía acostada, se estaba acariciado su vientre pero su mirada se notaba triste, cuando escuchó su puerta qué estaba siendo tocada.
—¡Sorincha! —era Miyuki —¡Sorincha por favor ábreme! ¡Hermana por favor necesitamos hablar! —Insistía.
Sorincha estaba harta del sonido y de la insistencia de su que rodó los ojos y aventó la cobija para levantarse y abrirle.
—Gracias — dijo mientras veía a su hermana acostarse de nuevo.
Sorincha no le contesto.
—Te traje esta caja que no tiene nada mio y no tengo por que tenerla yo —puso la caja sobre la cama.
—Gracias —contestó sería y no quería verla a los ojos, su mirada estaba en su vientre mientras lo acariciaba.
Miyuki se sentó en la orilla de la cama, dudaba en hablar.
—Tú si me crees, ¿verdad? Para mi es lo importante que tú nunca dudes de mi —.
Sorincha suspiro y por fin la vio a los ojos.