Han pasado dos días y Naoto seguía en su largo sueño, quería despertar, aprovechar el tiempo con sus hijas y ya no hacer estupideces. Y de repente la vio... vio la figura de la mujer que tanto ama.
— Naoto, mi amor aún no es momento para esta aquí - le dijo tranquila
—Sorincha — sus ojos se aguadaron—. Te extrañe muchísimo.
Ella sonrió, desde que murió siempre a estado cuidado a su esposo y a su hija, le dolió ver que su hermana menor había conseguido lo que tanto quería y sobre todo le dolió que lo engañara y le hiciera creer que...
— Yo también los extraño, pero aún no es tiempo, Rin te necesita — sonrió.
Naoto negó, quería quedarse con ella.
—¿Sabes? Si hubiese sabido que el día que iba a morir nacería mi bebé, te hubiese pedido que me llevaras contigo. Ahora Rin te necesita, ve con ella.
Su imagen se fue borrando poco a poco hasta desaparecer.
[...]
Miyuki quien estaba a su lado sintió como Naoto apretaba un poco su mano, se puso de pie y sonrió aliviada cuando lo vio abrir poco los ojos.
— Sorincha... —fue lo primero que dijo.
La sonrisa de Miyuki se borró y decidió llamar a la doctora, para cuando ella entró Naoto se encontraba ya despierto.
—¿Cómo se siente señor?
Naoto la miró: — ¿Dónde estoy? — preguntó cansado.
La doctora le explico lo que paso y los días que estuvo en terapia intensiva, le recomendó volver a dormir para que al día siguiente ya estuviera un poco mejor, Miyuki se quedo a su lado mientras lo veía dormir.
[...]
Rin estaba en la casa que su padre había construido para su madre, estaba ordenando el cuarto de Rina ya que al día siguiente la darían de alta; su novio ya iba a llegar por ella para irse a su casa, apesar de ya ser novios ella aún no se entrega a él, no por que no quiera sino por que quiere que sea especial.
Escucho ruidos en el patio de su casa, se le hizo extraño ya que la gente de servicio ya se había ido, por la venta vio quien era y su sorpresa fue grande cuando vio a Kirinmaru parado frente a la venta como si fuera un maldito espectro, sus ojos se encontraron y la herida de Rin se volvió abrir.
Bajo para confrontarlo la humillación nadie se lo quitaría.
—¿Qué demonios haces aquí? cuestionó.
Kirinmaru se metió la manos en su chamarra.
— Vine a decirte que te quiero Rin — confesó.
Rin se sorprendió por lo que le dijo y su mirada se suavizó y le regaló una pequeña sonrisa, dio dos pasos frente a él y ambos sonrieron, pero...
El ruido de la bofetada sonó, Kirinmaru la miro y otra nueva bofetada recibió, toco su mejilla.
— ¿Cómo vienes a decirme eso? ¡Poco hombre! ¡Eres un cobarde! — le gritaba mientras intentaba tomarlo del cabello.
— Escuchame, por favor — pidió.
La controlo y acuno su rostro en sus manos.
— Necesito decirte por que ya no me case contigo, tengo que decirtelo por que ya no soporto Rin.
Rin intento alejarse de él, pero Kirinmaru ya apretó más a su cuerpo quedando de una manera comprometedora, los ojos de Rin estaban llenos de lágrimas.