Capítulo 6

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Del otro extremo de la casa, tras Paris yéndose a su habitación, Liam revive un sentimiento que no quiere volver a exponer; mientras, acaricia con la yema de sus dedos, la fotografía que le ha inyectado los brotes de la remembranza y grados de desdicha.
Liam sonríe levemente con abatimiento - Aquí estás de nuevo. Mírate, tan hermosa y pensar que aún no he logrado olvidarte - le dice como si de otra persona se tratase - ¿Qué habrás hecho de tu vida?, ¿De los sueños que tenías en mente? Me gustaría saber si estás siendo feliz y saber cómo amaneciste el día de hoy y el color de las prendas que llevas puestas - sonríe otra vez - algo me dice que has llegado muy lejos; te recuerdo talentosa y muy sabia. Espero que la vida te haya sonreído, espero que te esté yendo muy bien. Si quizás te interese saber cómo estoy, puede que te dé gusto saber que he hecho una vida decente, o algo parecido - una pequeña carcajada escapa en el aire y a continuación, un suspiro y un breve silencio - te extraño mucho - dice con la voz rota - te sigo extrañando cada día. No sabes cuánto me ha costado llegar hasta aquí asimilando tu ausencia; yo - carraspea - yo te sigo esperando, te pienso, pienso en ti justo ahora y en cómo sigues siendo la más hermosa de todas, ¡Porque ambos sabemos que lo eres!, Aún sigo creyendo que hubiéramos tenido una vida hermosa, sigo creyendo que vendrás algún día pero, ni siquiera sé qué haces hoy. Nos hemos perdido - el silencio y las lágrimas se apoderan de un Liam vulnerable - Tengo una hija ¿Sabes? - recupera la sonrisa - su nombre es Paris y seguramente entenderás por qué la llamé así, es igual de hermosa y soñadora que esa ciudad; cumplirá veintiuno pronto. Es una buena niña, lo es casi todo el tiempo y hoy he sido algo duro con ella creo que iré a disculparme en un rato, no debí... - suspira - cuando la encontré iba camino a casa luego de una inmemorable cita, la escuché llorar y me asusté. Ella estaba sola en la calle, era de noche, tenía como dos o tres años y estaba temblando; recuerdo que hacía mucho frío esa noche. Intenté llevarla a un sitio, entregarla a alguien más pero las cosas sucedieron diferente. De más está decir que en poco tiempo Paris fue haciéndose un espacio más que importante en mi vida, algo que no había sucedido desde hace un tiempo, desde que te tenía - tragó saliva - Al final creo que ella terminó encontrándome a mí, supongo. Quiero creer que me eligió y se lo agradezco; es maravillosa, ha hecho más fácil y agradable esta vida - sonrió - ella y yo tenemos o teníamos - dice tras un golpe de realidad - teníamos un juego de improvisación. De pequeña le encantaba el teatro igual que a mi; es buena actriz aunque en estos años lo ha ido olvidando, a causa de la adolescencia, tristemente - suspiró - En fin aquí estoy tratando de negar ciertos recuerdos. La vida y yo nunca hemos sido buenos amigos pero hemos hecho las paces y en tanto la muerte se decide en pasar a buscarme, trato de avanzar con lo que he conseguido. Ojalá nunca hayas olvidado lo mucho que llegué a amarte; fue lindo volver a sentirte cerca aunque sea en estos recuerdos que no caducan y me hacen añicos. Recuerda que todavía te amo, todavía... - se despide con un beso y entonces guarda la fotografía en el bolsillo en donde antes había metido la carta.

Luego de haber dicho todas aquellas cosas a la inerte e inexpresiva imagen en sus manos; pronto se siente demasiado tenso y ansioso. Acompañado de Rowdy, sale al patio para fumar un cigarro y tratar de relajarse bajo algo de luz solar; la cual es escasa. Intenta meditar, intenta hacer ejercicios de respiración e intenta, por supuesto, dejar de pensar. Sin éxito.
-¿Qué estoy haciendo? - se pregunta viendo su cigarro consumido hasta la mitad - haciéndole preguntas a la nada. La pierna derecha comienza a moverse rápido y en repetidas ocasiones, se siente sofocado, siente que hay algo apretándole el corazón pero aún no sabe qué es. Mira su cigarro otra vez, se ha consumido un poco más y le da un sorbo, un buen sorbo, casi lo acaba pero decide tirarlo lejos. Desde afuera oye que el teléfono está sonando y entra rápido a contestar con el can adelantándose a sus pasos; piensa que ha estado sonando desde antes y decide acelerar el paso para lograr tomar la llamada antes de que sea enviada al buzón de voz. En el camino, entre el patio y la locación del teléfono, hay un espejo de casi un metro en el que casi nunca se ve cuando camina por allí. Tal vez sucedió que la monotonía de caminar por allí cada que entra y sale, relegó al espejo a la indiferencia o puede que sea el disgusto que causa a ciertas personas el notarse envejecidos (y con ello: fracasados).
Sin embargo, ahí estaba el espejo antes ignorado y que, bien ahora, pudo pasar desapercibido pero no fue así; Liam que va acelerando el paso, se detiene justo ahí, con el espejo a su derecha. Se detiene, como si una fuerza antinatural le hubiese obligado a parar justo en ese lugar, obviando las intenciones de responder a la llamada, ¿Qué importa?, ¿Hace cuánto no se veía al espejo? Ahora parecía ser algo más importante. Liam gira la cabeza primero y luego todo el cuerpo. Se ve a sí mismo, su silueta desgastada; el rostro se le entumece en un aura de confusión y miedo. Se ve en el espejo con la ropa cubierta de sangre y las manos y la cara; todo era sangre. No sangre fresca y rojiza, sino ya sólo las manchas pálidas y coaguladas, de antaño. He ahí las manchas, ahí están trayendo a su mente imágenes que no desea recordar. El maldito espejo. ¡Qué error ponerlo ahí!, ¡Qué idiota fue al ponerlo ahí!
-Papá, ¿Qué haces?, ¿Te sucede algo?
Liam, aún con el rostro consumado en el terror, hace un esfuerzo por ver Paris que lo recibe confundida desde un extremo de la sala, tiene los antebrazos cubiertos de sangre y la ropa también.
-¡El teléfono está sonando!
Liam devuelve la mirada al espejo, pero esta vez está limpio, al menos sin manchas de sangre por ningún lado y el miedo y las fuerzas antinaturales parecen haber desaparecido. Ve de inmediato a Paris pero esta ya se ha dado la vuelta caminando hacia su habitación.
-Estás en esa edad papá, nos pasa a todos y lamento decirte que tú también envejecerás, lo tendrás que aceptar algún día - le dice mientras avanza - deberías contestar el teléfono, yo no quiero hablar con nadie.
-Lo haré si devuelven la llamada - le responde, ignorando todo lo que vio.
-Bien.
-Bien - responde él - Paris, yo - Paris levanta el mentón esperando que él dijera algo, en ese momento el teléfono vuelve a sonar - hablamos después - asiente y Paris asiente antes de entrar en su habitación.

Del otro lado del teléfono la voz de Brian responde al saludo de Liam - ¿Cómo has estado? - pregunta - sé que ha sido difícil lidiar con todo esto, los chicos y yo nos hemos encargado de las diligencias. Queremos ayudarte y esperamos verte, pronto, ¿Sí?, ¡Liam si no vienes yo mismo iré a sacarte de dónde estés y...! - Liam cuelga el teléfono, sin decir una palabra y se queda allí, respirando, solamente respirando muy fuerte. El teléfono vuelve a sonar, no espera un segundo para contestar y aún así no dice nada, se mantiene mudo, solamente respirando.
-¿Liam?, Escúchame - le reclama Brian - ¿Me oyes?, ¿Liam?, Te escucho respirar, sé que me estás oyendo y sé que no quieres hablar y está bien, no es por mi. Sólo quiero decirte que, a lo mejor, ella hubiese querido que tú estuvieses ahí. A lo mejor, no sé...
Vuelve a decir nada en absoluto, vuelve a colgar. No tenía nada que decir, ni su rostro siquiera, esta vez se halla inexpresivo, sin pálpito, muerto.
Como sumergido en un sueño, vaga sus ojos por cada centímetro de la habitación sin saber dónde ver realmente; vaga los ojos como si buscasen dónde refugiarse; como si buscasen algún lugar seguro entre todos los espacios del interior de aquella casa que poco a poco empezaba a desconocerse, a desmoronarse. Encuentra para su bien, pasado la mesa y el sillón de siempre, la pared y en ella: las fotografías colgadas, las de Paris al lado suyo y en ellas guarda su atención, en ellas se encuentra a salvo. Al menos, por un momento. Al menos hasta que, distrayéndose un poco de las fotografías y del color de la pared que las sostiene, parece haber encontrado alguna respuesta, sonríe y se apresura a la habitación de Paris.
-¡Princesa, Princesa necesito su ayuda! - exclama Liam con voz chillona e irritante, a propósito - ¡Los pupilos de este mago de quinta se han terminado toda la comida del pueblo!, ¡No queda un bocado!
Paris desde su habitación muestra una breve sonrisa, sabe de quién se trata esa voz tan molesta. Sin embargo, duda en traer de vuelta su personaje.
-Princesa, ¿Está allí?, ¡Moriremos de hambre sin su ayuda! - de pronto hubo un cambio de voz a una más agradable -¡Princesa Paris, soy yo, Zaky! Está vez la loca no le miente...
-¿A quién le dices loca? - pregunta la voz irritante.
-No, yo, eh... como sea, Princesa necesitamos que salga, El rey Layoux necesita de su compañía para traer alimento a otras tierras, ¡Por favor! - súplica.
Paris sonríe desde su lado de la puerta -¿Estás tratando de decirme algo? - pregunta, sin intenciones de entrar en el juego.
-¿Paris?
-¿Qué?
-¿Estás despierta? - dice sin pensar.
-Claramente.
-Tú... ¿Quieres salir?
-¿De casa? - pregunta, ya apeándose de la cama.
-Sí, Creo que tenemos que hablar ciertas cosas, y yo necesito - carraspea - es decir, yo quiero disculparme por... - Paris abre la puerta de inmediato y se queda allí frente a él, en silencio, ambos en silencio.
-Quiero disculparme por haberme puesto agresivo.
-Es culpa mía, supongo. No debí preguntar quién era ella, sólo tenía curiosidad.
-Te contaré sobre ella en el camino, ponte un abrigo.
-Dame un segundo - le dice y lo abraza sin pensarlo, Liam pone sus manos sobre su cabello con delicadeza, se siente bien - de acuerdo, me pondré mi abrigo - le dice y deja de abrazarlo.
-¿Y dónde iremos? - pregunta, mientras cierra el zíper.
-No lo sé, podemos andar por las calles nada más, conocerlas un poco, ¿Te parece?
-¿No estamos tratando de evacuar por una invasión zombi o alienígena, verdad? - se echa a reír.
Liam también ríe y a sus risas se une el reclamante ladrido de Rowdy que estaba ahí en el pasillo oyendo los planes - ¡Tranquilo!, Tú también vas - le dice ella y se agacha para acariciarlo. Paris, fuera de su pieza, deja el vacío absoluto del interior de su habitación frente a los ojos de Liam. Ante él, de nuevo el amplio charco de sangre al pie de la cama y sobre ella, las sábanas empapadas y todo lo demás.
-¡Es tiempo de irnos! - propone Paris.
-Sí - le responde y sacude la cabeza con los ojos cerrados - hay que irnos...

Mariposas En ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora