Capítulo Final

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Bajo el atardecer, sentados en el pasto verde de un parque; se encuentran Emma y Liam tirados, riendo al recordar viejos momentos que pasaron juntos.
-¿Qué te ha parecido? - pregunta.
-¿Qué cosa?
-Lo que viste en el escenario.
-Creo que la gente que te sigue tendrá con qué recordarte; al menos un buen tiempo.
-Es buena noticia, supongo.
-Estoy orgullosa de ti - asegura, con la mirada puesta en las nubes, buscando formas en ellas.
Él la ve con aquella mirada cautivada que sólo supo usar el día en que la conoció y desde el cual se enamoró de ella para siempre y le sonríe - no has dejado de ser tan hermosa - le dice, esperando que ella lo vea.
Emma sabe que él la ve, siempre lo ha sabido. Ella lo mira de reojo y se limita a sonreír.
-Una vez me dijiste que las mariposas significan el cambio, la transformación; despojarse de lo conocido para poder avanzar, o algo así - prosigue - bueno, creo que fallaste un poco, hay cosas que no cambian ni aunque pasen cien vidas. Es obvio que jamás dejaré de amarte. No puedo.
-Mi Liam - le dice con su voz tan tierna - sólo descansa, yo estoy aquí, te llevaré conmigo.
Liam asiente con lágrimas de felicidad - Te esperé por mucho tiempo - le reclama.
-¡Lo sé! - le responde Emma.
-Tenía pensado salir corriendo a buscarte en algún momento (no sé porqué nunca lo hice), siempre tuve la certeza de que te encontraría por ahí.
-¿Sigues siendo un pésimo planeador, eh?
Ambos ríen por unos segundos, hasta que el silencio se apodera de ellos por otros segundos más largos.
-Me hubiese encantado compartir esta existencia al lado tuyo. Nos vimos crecer Emma, no hay ser humano que me haya hecho sentir del modo en que tú lo hiciste; estás tan incrustada en mi, en quien soy. Quiero creer que en otra vida fuiste feliz conmigo, que construimos una bonita historia juntos; al menos, quiero creer que hicimos el intento... Quiero pensar que todo eso aún puede ser posible - Liam pone algo de esperanza en sus ojos.
-Mi corazón - susurra Emma - hemos construido una bonita historia. Te amo Liam, nadie va a cambiar eso.
Liam esconde su rostro en el abdomen de Emma y le rodea la cintura con los brazos, esperando a que ella le haga mimos en el cabello para romper en llanto. Ella lo consuela.
-Tengo miedo. No quiero perderte.
-Mi amor - le habla con evidente compasión que Liam advierte y de a poco levanta la mirada hacia su rostro; los ojos que nunca son capaces de mentir y el delator gesto con los labios en dirección a una mejilla - ¿Aún no puedes ver por qué te he buscado? - le dice.
Liam la observa con prolijidad. Una parte suya trata de comprender y la otra (siempre esa segunda mitad) se dedica a admirar su cara, sus manos, sus ojos grandes, las pequeñas líneas en los labios, los mosaicos que conforman su piel; admirarla a ella, a su paraíso. De pronto nota que los colores de aquel atardecer parecen diferentes a los demás colores, como pintado para la ocasión, los tonos rosas y violetas. Piensa en que una caminata sobre una calle cuesta abajo, camino a casa, no es un mal plan y Emma opina lo mismo.
En el camino, tomado de la mano de Emma, Liam recuerda lo que Paris una vez le dijo: a veces la muerte se presenta con el rostro de la persona que uno ama.
Piensa en que tiene razón.
-Quizás en otra vida, ¿No?
Emma asiente - me encantaría - le dice.
-Fue muy hermoso conocerte.
-También fue lindo conocerte.
-Y poder amarte.
-Como nadie...
-Como a nadie...
-...Me ha amado.
-...He amado.
Liam le da un beso, un gran beso, de esos besos en los que se busca encajar cada espacio y forma de la figura de uno en la silueta del otro. Le dio uno de esos besos que sólo se dan cuando sabes que no hay esperanza de otro beso más. En ese momento se da cuenta que no recuerda en qué momento, el bullicio típico de la ciudad poco a poco dejó de escucharse. Nota que se le ha silenciado la respiración, el pálpito y nota que, por fin, el ruido en su cabeza parece haber terminado.
-Estoy listo - asegura.
Sin decir más, ambos siguen caminando hasta desaparecer en lo profundo de una calle en descenso. Desvaneciendo sus sombras bajo los mágicos colores de un atardecer que parece querer irse con ellos como si les fuera propio; dando paso a que la oscuridad de la noche abrace la ciudad, la hermosa ciudad de París.

Mariposas En ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora