En el limbo, entre el ruido de las olas y espacios desconocidos más allá de la comprensión; recibe la brillante imagen de Paris frente a sus ojos, no recuerda haberla visto así antes. Lleva vestiduras del color de la plata y el rostro carente de aflicciones, vio sus brazos y no tenían marcas, no había más que luz.
Él se encuentra tirado en un lienzo azul y con una inmensa sonrisa espera un abrazo – gracias por salvarme – le dice y cierra los ojos, creyendo haber encontrado la paz. Unos segundos después, logra escuchar los ladridos de Rowdy que nada hacia él para tirar de su camisa con el hocico y llevarlo hasta la orilla; arriesgando su propia vida para salvar la de su amigo. Rowdy no sabe qué él no desea esa vida, que no desea seguir viviendo.
Liam se ve de nuevo en la orilla, tiene el rostro mojado, las ropas mojadas y se siente egoísta por haber intentado suicidarse. Se cubre el rostro con las manos y comienza a llorar y a gritar para sacar el dolor. Todo el dolor que había callado a lo largo de sus años.
Rowdy se apoya en el hombro de Liam y aúlla considerando su tragedia. No deja de lamerle la cara húmeda para mostrarle compañía. Liam lo abraza y él pone su pata en el hombro de su amigo – lo sé – le dice en voz baja – gracias por salvarme, eres el mejor amigo que he tenido en mucho tiempo – le acerca su frente a la nariz para que Rowdy lo lama – es tiempo de irnos, ¿Dónde está…? – se pregunta, al tiempo que con la mirada ve una silueta borrosa y amorfa que parece ser Paris sentada en el capó del automóvil y se pone en marcha hacia ella.
–Hola – dice Liam, acercándose con Rowdy.
–Estás mojado – responde, susurrando sin motivo.
–No pude hacerlo.
–¿No pudiste hacer qué? – pregunta ella.
–No pude ahogarme.
–Eso es bueno, se trataba de que te “desahogaras” – le dice, sin darle mucha importancia a la situación.
–Ella estaba ahí, la hubieses visto. Era tan hermosa, como una completa divinidad. Estaba tan cerca de mí que casi podía tocarla – suspira – es triste y patético ver que el tiempo no ha borrado nada y que a pesar de la distancia, siento su presencia en cada espacio de mi vida; tal vez es que nunca lograré estar lo suficientemente lejos. ¿Hacia dónde se supone que debo huir? – exclama con el rostro colorado y los hombros encogidos – es triste que, después de tanto tiempo, la vida aún no me explica porqué la puso en mi camino si no era para mí. No lo entiendo.
–Es difícil aceptar y comprender que las cosas no funcionan así. Sé que puede ser muy doloroso vivir con ello y me encantaría que pudiese ser de otro modo. Hay algo de injusticia en eso.
Liam se detiene un momento para ver a través de los ojos de ella – a veces, cuando hablas, me recuerdas tanto a ella – le dice.
–Entonces supongo que ella era muy sabía – añade una tímida carcajada.
Liam asiente, liberando una pequeña sonrisa.
–Pero ¿Sabes una cosa? – pregunta ella, con la mirada puesta en el cielo templado – la esperanza se mantiene hasta el último día de nuestras vidas.
–Otras veces me recuerdas a mí – ríe un poco más, antes de enmudecer un corto lapso de tiempo.
Paris rompe el silencio – yo creo que deberías crear algo, algo como… no sé, tú eres un artista – sugiere – Henry Miller decía que, si quieres superar a una mujer, lo mejor es convertirla en literatura.
–Escribir sobre ella sería inmortalizarla.
–¡Qué bien!, ¿No?, Son pocas las personas que pueden alardear de ello – dice viéndolo de reojo – hazlo. Aunque sólo sea para ti.
–Lo he intentado – revela – sucede que, no siento que ninguna obra que logre crear estará a la altura de su esencia. Simplemente, hay algunas cosas dentro de nosotros que no se pueden edificar en palabras.
–No tiene que estar a la altura, es para que plasmes tu dolor en ello, tómalo así.
Liam asienta de nuevo, con una sonrisa que poco a poco se va desvaneciendo. Dejándolos en un silencio, más que incómodo: doloroso – esta no es la primera vez ¿Sabes?, No es la primera vez que intento acabar con todo esto, acabar con mi vida. Antes de que tú llegaras lo había intentado dos o tres veces – se queda en silencio, pasando su pie sobre la arena –¿Lo ves?, soy pésimo hasta buscando la muerte – le dice, riendo de modo miserable.
–Bueno, quizás es que no tienes que acabar con ella, quizás es que estás condenado a conservarla – le dice poniéndose de pie – pienso que, hay amores por los que vale la pena morir y hay amores por los que uno debe hacer el esfuerzo de seguir viviendo. Sólo tienes que saber que en verdad te aman para poder tomar una decisión. Mantente con vida, sé que ella estará feliz de verte de nuevo y verte con vida – sin esperar respuesta, camina hacia la puerta del auto y se detiene antes de entrar – ¿Nos vamos? – pregunta.
Liam asiente con la cabeza – claro – susurra, luego de que Paris ya ha entrado en el auto. Liam suspira y se detiene un momento sólo para observar una última vez la belleza de la playa – a mi también me encantaría verte de nuevo – expone, en voz baja y avanza, sin ánimos de apresurarse. Arrastrando la arena bajo sus pies, despidiéndose del lugar en cada paso dado; como quien espera una señal para quedarse.
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Mariposas En Paris
Short StoryEn la mejor etapa de su carrera como dramaturgo, Liam Foster carea con el intento de suicidio de su hija. Así que, junto a ella y su perro, emprende un improvisado viaje con rumbo desconocido para tratar de hacerle frente a la tragedia. En el camino...