Capítulo 20

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Aterrizamos hace unos minutos a Brasil, mi pulso es errático que siento mi corazón en la boca de tan solo pensar que algo malo le sucedió

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Aterrizamos hace unos minutos a Brasil, mi pulso es errático que siento mi corazón en la boca de tan solo pensar que algo malo le sucedió.

— ¡Comandante! — Todos me saludan y veo a un par de chismosos ver el interior de mi Jet con maravilla.

— El Coronel y la teniente ¿Qué saben de ellos? — Me dirijo a Thompson.

— Se me encargó el operativo de rescate nos informaron que ya lo traen de regreso, fue un éxito mi Comandante.

Froto mis manos con ansiedad asintiendo comenzando a caminar sobre mí mismo eje.

Le hago una seña a Thompson para que se valla, así lo hace mi asiendad crece al no saber nada de mi Coronel ¿Y si le comió un oso?

Ahí no hay osos idiota.

Bueno un maldito león.

Hay jaguares.

ª

Gracias a Dios que están bien. — Escucho a Robert y de inmediato me giro la respiración se me corta. — Supe lo que sucedió y enseguida organicé el escuadrón de búsqueda.

— Demoraron dos días en encontrarnos —empuja su hombro con molestia pasando por su lado — Tardó demasiado, capitán.

Su humor de perros me hace sonreír sabiendo que se encuentra bien, mi corazón se tranquiliza de inmediato para comenzar a caminar hacia él.

Mi vista se detiene en James quien carga la chaqueta de Christopher, aprieto los puños e ideas se vienen a mi cabeza.

¿Se acostó con ella?

¿Tuvieron sexo?

No, Chris jamás me haría eso... no ahora.

— ¿Dónde está mi mujer? — Escucho que pregunta por mi y dejo de pensar idioteces.

— Coronel. — Alzo la voz.

Christopher se gira como demonio que me asusta a grandes zancadas viene hacia para abrazarme y besar mis labios, escucho jadeos de los presentes pero solo le respondo de la misma manera.

— Nena. — Me toma de las caderas pegando su frente con la mía. — No sabes lo mucho que te extrañe.

— No más que yo. — Lo beso cortamente nuevamente.

Ambos nos sonreímos sin dejar de vernos a los ojos, hunde su cabeza en mi cuello oliendo mi cabello en silenció.

— Teniente ¿Está bien?

Ambos nos tensamos al recordar que tenemos público y susurro en el oído de Christopher. — ¿Por qué tiene tu chaqueta?

— Esa mujer no parece saber lo que es vestirse, parecía pulpo todo el maldito tiempo. — Me responde de igual forma pero con molestia.

Por un Anunció. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora