¿Y si el Rey Carlos III y la difunta Lady Diana tuvieran tres hijos en vez de dos?.
Con la salida de Harry y Megan de la familia real británica, el escándalo no hace más que asomar el palacio de Buckingham.
¿Y si el rey Carlos usará un arma esco...
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-Me gustaría mantenerlo en privado-digo en susurro, mirándolo a los ojos.
-Okay-responde sonriendo.
-Al menos por un tiempo.
Alexander asiente con la cabeza mientras pasa su mano por mi cabello. Habíamos pasado toda la tarde juntos, conversando sobre nuestras vidas y cosas sin sentido. Me hablo de William, de Harry, y de Kate; de lo cercano que es con George y cuan enamorada esta Charlotte de el a pesar de haber cumplido su primer año unos días atrás, aun que estoy segura de que la situación es a la inversa. Me hablo un poco de Carlos y su ahora esposa Camilla, de lo mucho que le costo aceptar su relación luego de todo lo sucedido con su madre, y como eso la hace extrañarla aun mas. Menciono su cercana relación con su abuelo y como este casi lo convenció de alistarse en la marina. Hablo mucho mucho de Felipe, cada vez que decía algo una sonrisa asomaba en sus labios. Su cercanía es evidente, Alexander lo quiere muchísimo. Y aunque no lo conozco yo también empezaba a quererlo.
Tambien le conté de mi vida. Le hable de mis padres y mi abuelos, de como me enseñaron música desde pequeña y de lo mucho que los extraño. Tambien le conté de Victoria y David, de que no puedo esperar a que nazca Amalie - así escomo decidieron llamarla hace apenas unas semanas- las ganas que tengo de volver a Argentina por su nacimiento. De lo culpable que a veces me siento por estar lejos de mi hermana en uno de los momentos mas importantes de su vida. Tambien discutimos porque Alexander no me cree que hablo Gales aunque le hice una demostración en vivo y en directo de mis habilidades lingüísticas, y le explique con sumo detalle la genealogía de mi familia.
Me di de lo mucho que me gusta pasar tiempo con Alexander. Es fácil hablar, es fácil sonreír, es fácil estar con el. No sentía la necesidad de guardar las formas o cuidar lo que diga porque el hacia que su compañía sea cómoda. Sus ojos tan expresivos invitan a ser uno mismo.
Ahora estábamos los dos en el living en silencio observándonos. Alexander estaba sentado con la espalda apoyada en uno de los sillones y yo estaba acostada con la cabeza recostada en sus piernas.
Se sentía bien estar así.
-Esta bien- responde, pero no parece estar prestando mucha atención a la conversación.
Continua acariciando suavemente mi mejilla e inclina la cabeza para besarme.
-¿Estas escuchándome?.
-Claro que si.
-Pues no parece.
La luz de la ventana golpeaba directamente su rostro, resaltando mas el celeste de sus ojos. Su mirada esta totalmente enfocada en mi. Alza las cejas mostrando que está atento a lo que le digo.
-Linda, te estoy escuchando. Podemos esperar todo el tiempo que quieras.
