13

224 31 3
                                    

Febrero 23, 2019.

Luke miraba los rayos de sol entrando por la ventana de Camila, la cama estaba tan mal posicionada que los primeros rayos daban directamente a la cara. Ese brillo dorado le daba un toque más especial a su piel, haciéndola ver de arena, el pelo al hombro y alborotado de la chica cubriendo parte de su rostro solo la hacía resaltar, sus labios cual flamingo brillaban más que el sol.
Quedó hipnotizado con la tierna imagen ante él, no comprendía lo hermosa que ella era, aún envuelta entre sus cobijas y con la punta de su pie por fuera ella se convertía en lo más hermoso que alguna vez vió. Tentado a tocar su bello rostro mantuvo la distancia, él no sería igual que Calum y bien se lo marcaba desde que esa misma noche había decidido escaparse a la silla incómoda de Camila.

Camila se movió lentamente, encendiendo las alertas de Luke que rápidamente fingió dormir. Sin equivocarse ella despertó.

—Luke —dijo ella para despertarlo—. Buenos días.

—¿Mm? —Respondió adormilado, con el corazón latiendo al mil.

—¿Por qué estás ahí?

—Tu cama es muy pequeña.

—¿Y dormir en una silla es mejor?

—No, n-no sé... —bostezó— ¿Qué hacías tan lejos? Primero vas a Cortiaranson y después te encuentro en Sanctum, ¿Acaso me estás siguiendo?

—Yo... Pues solo voy a donde me invitan mis amigas.

—Mal ahí, Camila, si tienes un bar de mala muerte aquí cerca ¿Qué haces en otra ciudad?

—No exageres.

—Me preocupo por ti, aunque no lo parezca. —Sonrió.

La forma en que Luke miraba a Camila llenaba la habitación de algo que ella no conocía, su corazón se sentía cálido y su mente estaba confundida.

—¿T-te gustaría desayunar algo? —Titubeo, sin querer se había sonrojado.

—Dame diez minutos de descanso y te respondo, bonita.

—¿Quieres acostarte aquí conmigo? Las cobijas están calientitas y aguantan bien para los dos.

—Ah, no... ¿Siempre duermes sin cerrar tus cortinas? No puedo dejar que la prensa me vea y mucho menos en una universidad. ¿Qué haré si uno de tus compañeros me conoce o si alguien me vió entrar aquí?

—La mayoría de los alumnos se van el fin de semana y los raros como yo se la viven en la biblioteca. ¿Si cierro las cortinas te acuestas conmigo?

—¿Me vas a rogar que duerma contigo, enana? ¿Así de enamorada estás de mí? —Dijo con un tono burlón.

—¡No seas tonto Luke! Solo lo digo para que te quites de ahí.

—¿Por qué no me ofreces la cama de Leonor?

—Porque es la de Leonor...

—La excusa perfecta... —su celular empezó a sonar, lo buscó entre su ropa y así como lo encontró lo volvió a guardar— ¿Qué día es hoy?

—Sábado.

—Tengo que ir al estudio, desayunaremos otro día —una vez más, su celular sonó—. Ah, mierda... Elizabeth me va a matar...

—¿Por qué?

—De seguro Dylan le dijo donde estuvimos anoche ¿Quieres ir conmigo para explicarle todo?

—Pues bueno, mejores planes no tengo.

[...]

El edificio de la disquera era grande, con cristales que desde afuera se veían azules; las grandes letras de Lifesavers en color dorado y el guardia que parecía más bien cuidar una prisión fueron de las pocas cosas que logro ver Camila antes de sumergirse en el túnel grisáceo que daba hacia el estacionamiento. Sin decir una palabra miró por la ventana a Elizabeth bajar de una camioneta blanca, el rubio bajó también de su vehículo, se dirigió hacia Camila y extendiendo su mano, no solo para abrir la puerta sino también para ayudarla a bajar, sonrió.

La Ley de Camila Donde viven las historias. Descúbrelo ahora