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Febrero 17, 2022.

—Que hermoso regalo me trajeron los dioses. —Dijo el rubio mientras salía de su auto.

En medio del bosque, como antes, ambos llevaron sus autos. El río corría y los faros alumbraban a la nada, volvieron a ser clandestinos, los únicos testigos eran los árboles, la luna y sus pequeñas acompañantes. Con el frío a su alrededor sentían el calor recorrer sus cuerpos, morían por tocarse.

—Luke, tenemos un contrato, no tienes que intentar seducirme para hacerme tuya.

Recargada en el capote de su auto, sonrió. Deseaba ponerse límites, alejarse sentimentalmente del ojiazul pero estaba más que hundida en su azul profundo, la marea alta era peligrosa, sobre todo si no sabía nadar. Los rulos del rubio cautivaron su mirada, ante el astro era más que divino.

—Esto es más que sexo, ¿No crees? El bosque, la noche, tenerte aquí, las estrellas, somos mucho más que solo sexo.

—Tenemos que ponerle un alto, se está saliendo de control.

—¿Tengo que serle fiel a un papel? 

—Es más que un papel, todo lo que me has dicho, todo lo que hemos vivido no estaba previsto. Deberíamos de terminar con todo.

—¿Por qué me dices esto? ¿Es porque ahora pasas más tiempo con Calum?

—Calum no tiene nada que ver. —Desvió la mirada.

—Mirame a los ojos y dime que no es por él. —La tomó del mentón.

—Esto no es correcto. —Dijo con los ojos cerrados.

—Mirame a la cara si me vas a mentir.

—No puedo... Me haces feliz, me siento muy bien contigo, me da... ah... No, no puedo hacerle esto a Calum, no...

—¿Y me lo puedes hacer a mí? Nos sentimos tan bien, con o sin sexo, nos que... —se le quebró la voz— ¿Vas a dejar todo por alguien a quien no quieres? ¿Quién te dice que está mal?

—Mi conciencia —abrió los ojos y se separó de él—, me cuesta dormir en las noches, me quema mentirle descaradamente... Solo íbamos a experimentar, solo...

—Deja de darle vueltas a esto, la culpa pasa, yo también la sentí. Lo que necesitas ahora es relajarte —metió la mano en su bolsillo y sacó un cigarro extraño— ¿Quieres?

— Luke, ¿Te das cuenta de que siempre que nos vemos en este bosque terminamos drogados?

—Aqui no tienes que fingir, es nuestro lugar seguro, este es nuestro bosque.

[...]

Recostados en el pasto, con los ojos rojos y el olor mágico a su alrededor se sintieron tranquilos.
Luke miró a Camila, todo lo demás desapareció, eran solo ellos dos en la galaxia, flotando por doquier sintió la conexión con su alma.

—Te ves tan hermosa, Selene pierde todo el brillo cuando estás tú —sonrió—. Brillan tanto tus pupilas negras... Me encantan tus ojos, son como los de un wómbat, en general tú serías perfectamente un wómbat.

—Si yo soy un wómbat por mis ojos negros, ¿Tú qué eres? ¿Un lémur?

—No, más bien yo sería un pingüino. —Dió una calada y le pasó el cigarro a Camila.

—Los pingüinos no tienen ojos azules.

—Claro que sí, ¿Que no viste Happy Feet? —Soltó el humo al viento.

Camila soltó una leve risa, llevó el cigarro a sus labios, dando la última calada. La luna ya no era su refugio, encontró la paz en el ojiazul; imaginó como sería su vida sin miedo, todo lo que podría vivir si Henry no se hubiera encargado de mostrarle que no había un final feliz; miró el dorado del chico y supo que no necesitaba un final feliz, solo amar su presente, Calum le preocupaba, no mentía y no estaba segura si quería seguir sacrificando su vida por los demás.

La Ley de Camila Donde viven las historias. Descúbrelo ahora