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Noviembre 17, 2018.

—¿Vienes por lo de siempre? —dijo Camila colocando su mochila en el capote de su auto— Citarnos en el bosque en plena madrugada hace que me sienta como un jodido dealer.

—Eres más atractiva que un dealer —sonrió—. Además... Si la prensa se entera mi carrera se acabaría.

—¿Sabes cuánto tiempo tengo que conducir para llegar aquí? ¡Son al menos dos horas!

—No seas exagerada, enana, tomé el tiempo desde tu escuela, no te toma más de media hora.

—Pues se sienten como dos.

—Pero no lo son.

Camila sacó un folder de su mochila y se lo dió a Luke, él solo se limitó a leer el contenido.

—Vaya Camila, has mejorado mucho para seguir siendo virgen. —sonrió.

—Como te dije, no necesito dejar de serlo para hacer un buen trabajo.

—Tal vez, pero que no se te suba a la cabeza. Esto es bueno, pero aún no es perfecto, le hace falta un poco de... —pensó unos segundos— Sazón. Deberías de acostarte con alguien para mejorar tu trabajo —se mofó.

—Después pondré un anuncio en internet.

—Yo podría ayudarte, como puedes ver tengo mucha experiencia —dijo el rubio con una sonrisa sarcástica.

—No te atreverías.

Él se acercó a ella, estaba tan cerca que fácilmente podría besarla. Ella, por instinto, retrocedió.

—No me retes, yo no soy Calum. —sonrió.

La sonrisa del rubio era hermosa, aún con la poca luz emitida por los faros de ambos autos se apreciaba la delicadeza de sus labios.

Ella lo miró a los ojos, era una mirada retadora.

—No te daré ese placer, Luke. Si me fuera a acostar con alguien no lo haría con un completo idiota —lo miraba a los ojos—. Además, por lo que he redactado, no sería placentero.

—¿Quieres ver cómo te hago dar un grito en seco? —dijo con una seguridad que confundía a Camila.

La tensión se sentía en el aire, de un momento a otro ese encuentro se había convertido en un campo de batalla.

Camila ya no era la misma de antes y el haber convivido tanto con Luke hacia que tomara una postura similar a la de él. Lo conocía, pero en ese momento empezaba a dudar de los límites del ojiazul. Ella nunca había visto esa mirada, era diferente a las anteriores. De pronto, la imagen que tenía de Luke se transformó y empezó a cuestionarse ¿Era así como lo veían las chicas? Porque se veía hermoso.

—Es una broma, enana —se apartó—. Te dije que no eras mi tipo.

—¿Y quién te dijo que tú si eras el mío? Además eres alto, como un poste.

—¿Y eso que tiene de malo? —estaba intrigado.

—Regla L, mientras más alto sea el hombre más pequeño lo tiene.

—Es una estupidez, cuando quieras te demuestro que es un mito.

—No lo necesito, gracias.

—Es verdad, se me olvida que sigues esperando que Calum sea el indicado.

[...]

El primer flash era soportable para Luke, pero seguido de este veía el segundo y luego se volvían difícil de contar. Eran las típicas fotos después de un concierto, y, aunque le molestaban, era su trabajo solo fingir.

La Ley de Camila Donde viven las historias. Descúbrelo ahora