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Junio 7, 2019.

Por las cortinas blancas, a través de las ventanas se colaba Helios, celoso por el brillo que ella emitía. Selene hace mucho que se había escondido detrás de la colina, dejando a Helios Thalattina solo para él. Su brillo no era suficiente cuando se comparaba con el brillo de la chica, sus pequeños dorados cayendo sobre la chica eran fácilmente opacados.

Luke miró la batalla por unos segundos, donde Helios no pudo ganar. Ella era candela, desnuda o con ropa se convertía en un ángel viviente, cegadora por el brillo que no solo su presencia emitía, sino que, con los rayos del Sol chocando con su piel, parecía potenciarse.

La miró dormir, su cabello alborotado y la punta de su pie izquierdo escapándose de la cobija lo cautivaron, ella era hermosa, más que el solsticio de primavera, era cálida como chocolate en navidad. Como sueño hecho realidad la miró dormir, sabiendo que en ella había encontrado todo, sintiendo que ella tenía las piezas para terminar su rompecabezas. La quería, no podía evitarlo, aún fingiendo demencia y refugiándose en todas las estrellas, sabía que era con ella que encontraba la verdadera paz.

Su propia voz interrumpió la calma del momento, dispersando todos sus pensamientos. La mezcla de instrumentos que formaban la canción cortó de tajo la quietud de su cuerpo. Como golpe en cemento sintió la realidad, su voz era el constante recuerdo de que todo eso solo sería un sueño, algo para añorar en su aproximada soledad. No pertenecía a esa vida, ni era él el que tenía que dormir en esa cama, le calaba la realidad pero al fin de cuentas eso era, su realidad.

Se levantó de la cama sin ganas, vestido solo con su piel, cubierto con la mezcla de fresas con crema y ese toque de vainilla que a Camila hacia enfadar. Caminó hasta su pantalón que se encontraba tirado en el piso por la emoción de la noche anterior y sacó su celular del bolsillo.

—¿Bueno? —Contesto susurrando.

—¿Dónde carajos te encuentras?

—Me perdí viendo las luces de la ciudad. 

—¿No puedes mantener tu polla en tu pantalón o que mierdas pasa por tu cabeza? Teníamos un trato, Hanson, ¡Teníamos un puto trato que juraste respetar! Llevo horas como idiota esperando en un hotel al que claramente no piensas llegar.

—Elizabeth, cuando te pones así me caes tan mal. —Tomó su ropa interior y se salió del cuarto.

—No puedes descansar y menos ahora... En este momento deberías de estar pensando en las nuevas canciones y no en metérsela a alguien.

—Que grosera —llegó a la sala y encendió el altavoz para dejar su celular a un lado mientras se ponía su ropa—. Deberías de mejorar tu vocablo.

—¿Crees que estoy de humor para tus idioteces? Regresa al hotel ya, antes de que mande a Roberto a buscarte por toda la ciudad. —Se escuchaba molesta.

—Ya, ¿Y Roberto como me piensa encontrar?

—¿Ya te olvidaste de Jabel?

—Eres solo mi representante, no te tomes atribuciones que no te pertenecen.

—No lo haría, si supiera que no eres un verdadero idiota. Ven al hotel antes de que cagues la carrera que me ha costado crearte.

—Liz, no soy un niño. Se cuidar mi carrera aunque no lo parezca y tampoco necesito de dos idiotas que anden siguiendo mis pies —escuchó la puerta del dormitorio abrirse—. Me tomé un pequeño descanso antes de ver a mi familia, sabes lo que pasa con ellos y antes de sacarme los ojos me gustaría mirar un poco más, relájate, estoy bien. —Colgó.

Al caminar hacia la habitación encontró a Camila bajando las escaleras. Como si descendiera del cielo la vió llegar, radiando de alegría con una sonrisa a medio dar sintió la fuerte conexión. Imponente como Atenea, cubrió su noche desnuda solo con la camisa de Luke, dejando ver la calidad de su cuerpo. Bajó las escaleras sin abrir bien los ojos, con su cabello alborotado.

La Ley de Camila Donde viven las historias. Descúbrelo ahora