Prólogo

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Esto es para él, que jamás pudo salvarse de sí mismo.











Empezó a llover, ella ya no podía
seguir ahí, sentía un gran nudo en su garganta y aunque quería decirle todo lo que sentía solo se limitaba a verlo.

Él se veía tan frágil, pero para ella ya era demasiado tarde, no quería volver a caer en su trampa.

Tragó saliva y se dió la media vuelta, sentía su corazón quebrarse pero sabía que era lo mejor. Empezó a caminar hacía su auto.

Después de haber sufrido tanto tiempo lo que sentía ahora no era nada. Amarlo en silencio era desgarrador y verlo con alguien fue todavía peor.

Él solo se quedó ahí, bajo la lluvia, temblando. Ella solo se alejaba, quería tenerla, siempre quiso tenerla.

Cerró los puños, respiró profundamente intentando ordenar sus pensamientos, pero la ira era más para él. La quería pero era orgulloso y las palabras nunca se le daban a pesar de su profesión. Verla irse era algo que le desgarraba, así que con un ardor en su garganta tomó el coraje suficiente para no dejarla ir.

—¡¿Él sabe que no lo quieres?!

Ella se dió la media vuelta, deteniendo sus pasos en seco.

—¿Perdón?

Él tenía lágrimas en sus ojos, se confundirían con la lluvia si no fuera porque hasta su voz estaba desgarrada.

—¿Ya le dijiste que no lo quieres? ¿A caso le has dicho que solo estás intentando olvidarme? No olvides que te conozco Camila, en cinco años conozco más que solo tu cuerpo.

La Ley de Camila Donde viven las historias. Descúbrelo ahora