6┆km ඞɞ

795 70 0
                                    

Encierro.

-¿dónde estamos?

-en una casa de campo, pasaremos aquí el resto del mes.

Un enorme portón apareció frente a nosotros y se abrió a la señal que Jungkook le hizo al hombre frente a la estructura. Detrás de esa inmensidad había una enorme casa en tonos celestes. Muchas terrazas y flores decoraban el hogar, junto con aves que volaban de un lado al otro.

Una presión en mi brazo me hizo salir de mi ensoñación.

-vamos-. Ordenó Jungkook, mientras me arrastraba hasta la propiedad.

La casa estaba vacía, a excepción de todo el mobiliario. No había nadie ni nada que diera señales de vida. Tenía un estilo basado en la combinación de blanco y negro con algunos detalles en rojo.

-hay ropa en el armario de la tercera puerta, si necesitas algo me avisas―. Señaló el lugar. Yo iré a arreglar un par de cosas. Ya vuelvo―. Salió de la casa, dejándome solo.

Me acerqué a la puerta indicada y un enorme baño era lo que había del otro lado. Un armario al lado de la puerta llamó mi atención, revisé las prendas y lo menos revelador que había era un conjunto de lencería que cubría los pechos y se abría dejando ver la parte de abajo.

Suspiré y me saqué lentamente la ropa, me dolió cuando me acerqué a los brazos, dado que seguía inflamado y dañado. Quité las vendas y observé la herida, parecía bastante limpia, sin infección o algo llamativo. Sólo estaba rodeada de pequeños cúmulos de sangre, como toda herida.

Abrí el grifo dl agua y regulé la temperatura, entré despacio y me enjaboné el cuerpo rápidamente. Salí diez minutos después completamente limpio. Me puse el maldito conjunto revelador y sobre las bragas del mismo mis calzas.

Asomé la cabeza por la puerta del baño asegurándome de que nadie viniera, aunque no serviría de mucho dado que tarde o temprano tendría que salir. Odiaba a Jungkook, estaba completamente seguro de que esa ropa la había comprado él. Idiota.

-¿ya estás?- preguntó Jungkook desde el otro lado de la puerta.

-no, tengo que cambiarme la ropa y ponerla la venda nuevamente.

-espera que te doy unas limpias, ya vengo—. Salió hacia otra habitación, a dos puertas de la mía.

Volvió cinco minutos después y sin avisar entró al baño. Me tapé con mi vieja ropa tratando de cubrir la desgracia de esa lencería.

-deja te ayudo-. Dijo sin verme aun, se volteó-: para ponerte las... Wow, deberías usar esa ropa más seguido.

Lo miré con mala cara antes de decir:

-no puedo estar con esta ropa.

-solo estamos nosotros dos-. Respondió.

-ese es el motivo-. Repliqué.

-no es algo que no haya visto antes.

-no fue por mi voluntad-. Seguí subiendo mi voz, apretando los dientes y la ropa contra mí.

-mira, hagamos esto. Señaló otra puerta—. Vayamos a la habitación y te ayudo con las vendas, pero...- dijo al ver que avanzaba aun con la ropa sobre mi cuerpo sin eso.

-no.

-sí.

-no.

-¡basta!-se exaltó- deja la maldita ropa ahí y ve al cuarto.

Dejé lentamente la ropa sobre la mesada del lavamanos y salí del baño, al pasar por su lado lo sentí contener la respiración.

-vas a volverme loco-. Susurró antes de cerrar la puerta y avanzar hasta habitación.-entra-ordenó.

Así lo hice, la habitación seguía el mismo cromo de los colores de la entrada de la casa pero con mayor sofisticación.

-siéntate. -Dijo señalando la cama. Obedeci por el simple hecho de no querer gritar y patalear. Estaba cansado.

Empezó a pasar sobre mi hombro una especie de pasta blanca, la cual ardía. Agarré su brazo y comencé a hacer presión por aguantar las ganas de gritar. Al ver su cara de sorpresa saqué mi mano.

-lo siento... yo, lo siento—. Suspiré.

-a veces extraño al pequeño chico de la playa-. Comentó como si hablar del clima-. Ahora eres muy diferente y solo pasaron siete meses.

-el tiempo hace que las personas cambien.

.-en realidad muestran como son verdaderamente.

- las circunstancias que pasas en ese tiempo haces que replantees algunas ideas.

-¿por qué no me amas?-soltó de repente, agarrando mi cara.

-porque no te conozco- Repliqué-y porque no haces muchas cosas para que te quiera.

-¿qué hice mal? -miró mi boca.

-¿en serio lo preguntas? -grité- me violaste, secuestraste a mi hermano y casi lo dejan inconsciente por los golpes, lo alejaste de mí. Te llevaste lo más preciado que tenía.

-yo no... bueno, tal vez hice algunas cosas mal pero...-se calló y miró directo a mis ojos -te amo.

- no puedes amar alguien que no conoces-. Repliqué.

-te conozco, desde el pelo-. Tomó un mechón-. Hasta la punta de los pies.

-no, no lo haces.

-eres muy fácil de leer jimin

-cállate. Déjame solo, por favor. Supliqué.

-esta es mi habitación.

Me paré.

-genial, dime dónde demonios puedo estar solo-. Mirė su cara que se centraba en mis nalgas.- Jungkook.- lo llamé-. Abre la maldita puerta.

-nunca me llamas por mi nombre-. Recriminó.

-no me gusta llamar por nombre a la gente que no conozco.

-siéntate. Ordenó.

Me quedé parado.

-Jimin...

Me acerqué a él y me senté muy en el borde la cama.

-acuéstate-. Siguió indicando.

-no-. Sabía lo que iba a hacer a continuación-. No, no puedes... yo... tú... no quiero-empecé a sentirme mal, tenía el estómago revuelto.

-acuéstate Jimin-. Repitió.

Así lo hice, esperando lo peor, aún con mi panza a punto de explotar. Sollozos salían de mi garganta mientras lagrimas caían por mis ojos.

-muy bien -felicitó- quiero que te saques la ropa.

-no puedo, Jungkook yo...-suspiré-no puedo.

-bien- se paró -te quedaras aquí hasta cambiar de opinión. Avísame cuando estés listo -salió de la habitación cerrando con llave.

Me había dejado encerrado.

EL SECUESTRO ┆km ඞɞDonde viven las historias. Descúbrelo ahora