Hace muchos, muchos años.
Jake Williams:
—No lo tengo yo.
Mi papá, del otro lado de la sala, me observaba.
Tenía los brazos cruzados y esa mirada. Esa que podía hacerme temblar.
Su rostro nunca expresó ninguna emoción que no fuera enojo o seriedad. George tenía las cejas pobladas y gruesas. Una barba marrón que fue perdiendo el color con el tiempo y arrugas.
Siempre llevaba camisas viejas y feas, pantalones gastados con el tiempo y el pelo corto. No era alguien a quien te diera ganas abrazar. Su aura no emanaba cariño, al contrario, lo único que podía sentir cuando estaba con él era su presencia fría. Seria. Oscura.
No puedo imaginar a George de joven, mucho menos siendo niño. Para mi era un hombre congelado en el tiempo, que había nacido siendo así. Con ese rostro, con esa mirada.
—Jake.
Lo murmuro, en un tono bajo. Sentí el piso temblar debajo de mi por ese sonido grave y retrocedí sin darme cuenta. Solo nos separaba una mesa, nada más. Comencé a mover las manos, actuando como un inocente siendo increpado.
—¡Que no lo tengo! ¡No lo tengo! ¡No tengo el estúpido dinero! ¿¡Tengo cara de ladrón?! ¡Mierda!
Me señale el pecho, gritando mucho más alto de lo que debería. El se acercó y yo, otra vez, di un paso hacia atrás. Quería alejarme lo más posible, pero detrás mío había una pared. Levante la cabeza, inflando el pecho con orgullo fingido.
—El dinero.
Fruncí el ceño y una ira desmedida se apoderó de mí. ¿¡Por qué estaba insinuando que yo había robado el dinero que teníamos ahorrado?! yo jamás habría hecho eso.
Y odiaba que mi propio padre pensara que yo era capaz de hacerlo.
—¡Que no lo tengo! ¡No lo tengo! ¡¿Sabes que?! ¡Seguro lo gastaste tu y ni cuenta te diste...— él comenzó a acercarse y mi seguridad se fue debilitando poco a poco— O... ¡O Irina! ¡Con sus novios! ¡Seguro ella lo robo! ¡No fui yo!
Me trabe al hablar, mezclándome con mis propias palabras y titubeando torpemente.
George caminaba dando pisadas fuertes y ruidosas, con esa expresión completamente seria. Sus cejas fruncidas y su boca recta. Respire por la nariz, con fuerza. Mi espalda tocó la pared y un escalofrío recorrió mi cuerpo avisando que no había lugar a donde ir. Lo tuve justo frente a mí, mucho más alto. Más grande.
—¿Qué dijiste? —volvió a murmurar, muy bajo.
—N-nada...
Baje la mirada a un costado, observando el suelo, intentando evadir sus ojos oscuros de alguna manera. Solo éramos él y yo. No tenía forma de irme. Podía correr pero él iba a agarrarme de todas formas. Mis piernas no podían correr tan rápido como las suyas. Jamás iban a poder hacerlo.
—¿Qué dijiste?
Lo dijo nuevamente, con el mismo tono. Yo negué despacito, con mis ojos comenzando a picar. Sentía que George era como un animal venenoso, que con solo tenerlo cerca te derretía. A mi me derretía. Me hacía sentir inútil y pequeño, muy pequeñito y aterrado.
—Nada...
—¿Qué es lo que te digo siempre, Jake? ¿Eh? ¿Qué te digo? —hablaba con un tono infantil, como si yo fuera un niño o un estúpido.
Sin siquiera darme tiempo a pensar me tomo del rostro. Su mano, grande y áspera me tomó de la barbilla y me obligó a girar el rostro con violencia. Un tirón rápido, que me hizo doler el cuello.
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El Loco se enamoró de la Luna (BORRADOR) / BL
Teen FictionEn un rincón olvidado de la ciudad, oculto entre los gritos y casas de ladrillo, nacieron dos chicos. Jake y Moon. Moon no tenía padres y se refugiaba en la responsabilidad de cuidar a su hermano menor y en las charlas nocturnas con su tío. Jake en...