Hace muchos años.
Jake Williams
Fue todo por un sueño estúpido. Pero de los que aparecen dormidos. Los sueños reales. Porque a veces la gente dice «lo soñé» y en realidad estaban despiertos. Son distintos los sueños que uno sueña y los que piensa despierto. Esto fue un sueño dormido. Durante una noche bastante fría, con la casa vacía porque George trabajaba e Irina el diablo sabrá dónde estaba. En el sueño sucedieron muchas cosas. Fue como un tren que pasaba a mi lado y me enseñaba un poco de cada vagón. En el sueño estaba yo, viejo, jorobado y cuando me miraba al espejo notaba que tenía el rostro de mi padre. Me aterraba, gritaba e iba hacia atrás. Cuando me levantaba volvía a ser niño y a mi lado Toto se reía. Hacía meses no soñaba con él. Pero tan rápido apareció, se fue. Volví a estar en un cuarto gris, con la cara de George y los pies pesados. No me podía levantar, gritar ni mover las manos. Y cuando sentí que me iba a despertar, un olor raro me confundió. De repente me encontraba en una sala muy pequeña, de una casa media vieja y con alguien haciendo té cerca mío. Y ese alguien era Moon. Nada del sentimiento anterior seguía en esa casa. No me pesaban los pies ni estaba aterrado. Como en cámara rápida pasaron más momentos cotidianos en esa casa con olor a té.
Me desperté de la nada y observé el techo de mi cuarto. Intenté volver a dormir pero ese sueño no aparecía más. Me frustré y me tapé la cara con la almohada. Entonces lo decidí. Iba a ir a la cantina y le iba a decir que sí. Que nos podíamos ir. Que iba a guardar todas mis cosas y me iba a subir al tren junto a él. Que iba a saludar a su tío con un «hola» amable como los estúpidos de mis amigos que intentaban impresionar a los padres de sus novias, cuidando el vocabulario y fingiendo ser mejores personas de lo que en realidad eran.
Y me vestí con la ropa que creí que era más adecuada. La camiseta más limpia, los pantalones más nuevos. Algo que dijera, de alguna forma, que era una buena persona y que podríamos irnos juntos. Pensé que si le decía ese día y teníamos suerte, en unas semanas podríamos irnos. Íbamos a tener una casa muy pequeña en algún callejón de la ciudad, con un solo colchón y una manta gruesa. No sabía que iba a significar eso y seguía creyendo que no tenía sentido. Pero intenté convencerme de que el sentido no importaba. Si éramos dos amigos que vivían juntos, íbamos a ser eso, si éramos otra cosa, pues lo seríamos, no me importaba. No me importaba. Pero en la cantina no estaba Moon.
Entré, avergonzado y me senté junto a un señor que comía sopa de forma ruidosa.
—Oh, hola —me saludó la tía de Moon, con una sonrisa.
—Hola —dije, sin mirarla.
Levanté la cabeza y noté que estaba algo incómoda.
—¿Cómo estás?
—Dile a Moon que venga —apreté las manos, ya estaba haciendo todo mal.
Necesitaba actuar como mis amigos, eso tenía que hacer. Tenía que dar una buena impresión, no la de un imbécil. Ella solo sonrió, sin ofenderse. Se levantó de la silla y se acercó a mí, hasta inclinarse para mirarme a los ojos.
—Moon no vino hoy.
Estiró sus manos y las miré, sin entender. Luego comprendí y estiré las mías, apoyándolas encima. Las agarró con cariño. Me puse rojo, otra vez, como un imbécil.
—Se que debe ser difícil —bajó el tono de voz—, pero vendrá a visitarnos seguido...
—¿Qué?
Sus ojos se abrieron de golpe y apretó mis manos con fuerza. Quise levantarme, pero mis piernas se congelaron.
—Moon ya está preparando todo para irse, Jake.
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El Loco se enamoró de la Luna (BORRADOR) / BL
Novela JuvenilEn un rincón olvidado de la ciudad, oculto entre los gritos y casas de ladrillo, nacieron dos chicos. Jake y Moon. Moon no tenía padres y se refugiaba en la responsabilidad de cuidar a su hermano menor y en las charlas nocturnas con su tío. Jake en...