Capitulo diecisiete: La casa del Loco.

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Hace muchos, muchos años.

Moon Hikari.

Jake me invitó a su casa por primera vez un día helado.

Hacía un frío que no habíamos experimentado en semanas y que se fue tan rápido como llegó, dando paso nuevamente al calor infernal. Como si al saber que yo iba a pisar por primera vez el hogar de Jake, el clima hubiera dicho "hay que hacer algo distinto"

Mi tío, tras el incidente de los zapatos estaba inseguro con algunas cosas, por ejemplo dejarme ir a casas ajenas. No sé si él pensaba que yo tenía amigos, o si sabía la verdad.

—Es un compañero de clase.

Yo estaba sentado en el patio, observando hacia mi tío que cortaba unas maderas, suspirando por el dolor muscular que seguro experimentaba. Me había puesto un buzo de lana, que alguna vez había sido suyo y que ahora me pertenecía.

—Aja...

Él me miró de reojo, desconfiando por completo de lo que yo decía. Estuve a punto de decirle que en realidad era una chica, para que pensara que estábamos noviando, pero luego recapacite y me di cuenta que sería peor. Mi tío jamás me dejaría dormir en lo de una novia. No podía hacerse cargo de cambiar otros pañales.

—Su casa no queda lejos.

Nunca le pedía permiso a mi tío, casi siempre hacía lo que quería, incluso si significaba cagarla. Para alguien como yo, que es independiente desde sus seis años, pedir permiso era extraño. Pero sentía que se lo debía, quería que se quedara tranquilo.

—¿Es ese Benjamín?

Benjamín.

Benjamín se había mudado. Me enteré casi de casualidad, porque su mudanza fue en extremo secreta. Escuché por ahí en un pasillo que su padre había tenido una muy buena oportunidad de trabajo y que se habían ido hacia el centro. Me acuerdo que tras enterarme la noticia decidí caminar hasta su casa. Fue un largo camino, porque casi había olvidado cómo se iba

Me pare enfrente y comprobé que ya no había nadie viviendo ahí. Se sintió como quitarse un peso de los hombros y al mismo tiempo recibir una cuchillada al corazón.

Volví a casa corriendo solamente para lanzarme a mi cama y reflexionar en silencio el porque me sentía tan triste. Recordaba las historias que él me contaba de los cómics que leía y no pude evitar sonreír un poquito.

Las personas no duran para siempre, me había dicho un día mi tío, tras enterarnos de la muerte prematura de un vecino. Su auto había chocado contra un árbol. Supe descifrar en esa misma frase que hablaba de muchas otras cosas.

Como de papá y mamá, que quizás no están muertos, pero por lo menos en mi vida no duraron demasiado.

Benjamín fue eso, no duró mucho y terminó peor de lo que yo hubiera querido, pero me alegraba pensar que quizás tendría una vida mejor, en una casa más grande y con una cama más cómoda.

—Ya no vive más aquí. Y tampoco éramos amigos.

—¿No?

Negué con la cabeza. No quería seguir con ese tema. Sabía que mi tío era consciente que yo había tenido pijamadas en su casa, y que alguna vez fuimos bastante cercanos, así que contarle que ahora me golpeaba junto a sus amigos hubiera sido muy vergonzoso.

—¿Y este compañero es del grupo de Benjamín?

—Ya no hablo más con ellos.

Mentira, nunca lo hice en un principio.

El Loco se enamoró de la Luna (BORRADOR) / BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora