Capitulo cincuenta y ocho: El Loco pierde una hermana.

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Hace muchos años.

Jake Williams

Tostadas quemadas con manteca y limonada sin azúcar. Un mantel con flores que me recordaba a mi infancia y un partido de fútbol en la radio. Es la imagen que tengo del día que me peleé con Eloísa.

Bebí un sorbo ruidoso de limonada mientras ella doblaba en una pila la ropa recién lavada en el patio de la casa. Bajé el volumen de la radio, porque no jugaba ningún equipo que me interesara y cargué a Iris quien recién comenzaba balbucear cosas. Me moví un poco de lado a lado para que se durmiera.

No sabía qué tipo de madre iba a ser Eloísa. Seguro una buena. Tal vez de las sobreprotectoras, o las compañeras. Las que saben todos tus secretos, o las que no se meten en tus cosas. Había tantos tipos de madres. Me volví a sentar en la silla cuando Iris ya parecía tranquila. Tomé una tostada y le di una gran mordida.

—¿Milo? —pregunté.

—Trabajando. Ahora hace doble jornada.

Eloísa se sentó a mi lado, con una gran sonrisa, mientras yo observaba a su hija dormir. Le acaricié la nariz.

—¿Recuerdas a la chica rubia que vino el otro día?

—No.

Soltó una risa divertida y yo solo acomodé mejor a Iris en mis brazos.

—La que le trajo regalos para Iris. Fue compañera nuestra en primero y segundo —volví a encogerme de hombros—, es algo rubia, tiene pecas... ¿no?

—No la conozco.

—Le gustas —dijo, con ese tono chismoso que me hizo rodear los ojos.

—¿Me conoce?

Eloísa volvió a reír. Iris se quejó en voz baja, moviendo sus manos de forma torpe. Le hice una caricia igual de torpe en la frente para que se volviera a dormir.

—Bueno, quiere conocerte, justamente.

—Pues dile que gracias —murmuré, mirando a Iris quien empezaba a cerrar los ojos otra vez—, pero no tengo ganas de que me conozcan.

—Es muy amable y linda...

—No.

Soltó un suspiro frustrado.

—¿Por qué? Al menos podrían hablar algún día.

—No quiero.

—¿Tienes alguna enamorada ya?

Fruncí el ceño.

—¿Por qué estás tan pesada con eso?

—Porque no quiero que estés solo —repetí esa frase en mi cabeza y pensé que pasaría si le decía que en realidad, no estaba solo, si eso la iba a alegrar. Aunque la no soledad fuese con alguien que no entraba en su idea— ¿Qué hay de la hija mayor del panadero? Cumple diecisiete dentro de poco.

Eso me hizo pensar que Moon también iba a cumplir años. ¿Qué le iba a regalar? Un beso y ya. Eso era suficiente. O podía venir a mi casa. Hacía mucho no venia a mi casa. Quería dormir con él. Extrañaba eso. Fruncí el ceño, sin saber por qué ese chino había llegado a mi mente. Sonreí, sin pensarlo y ella interpretó mal el comentario. Por eso me apresuré a hablar.

—Estoy bien así.

—Ahora que lo pienso, no recuerdo que tuvieras novia nunca —comentó, pensativa— ¿Nunca estuviste con una chica, entonces?

Alcé las cejas, confundido de en qué momento la conversación había tenido ese rumbo. La respuesta era "no", igual, así que tenía razón.

—¿Qué te importa? —dije y ella levantó las manos, fingiendo inocencia.

El Loco se enamoró de la Luna (BORRADOR) / BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora