Capítulo cincuenta y seis: El enojo de la Luna, la tristeza del Loco

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Hace muchos años.

Moon Hikari

Y como todo apuntaba, terminó ganando aquel candidato anciano de patillas y traje azul que decía, de forma orgullosa, que no hubo tiempo mejor que el siglo pasado, cuando había menos gente quejándose, más horas de trabajo y la gente vivía hasta los treinta.

Mi casa, así como todo el barrio, quedó en un silencio triste cuando nos enteramos. Mi tío estaba sentado sobre la silla, con la mirada clavada en la mesa y el ceño fruncido y Tami se había ido al patio a fumar o llorar, no sé.

—Se vienen tiempos difíciles —dijo, o aviso, mirándonos a Iza y a mí.

No quería más tiempos difíciles. No quería más cosas difíciles. Solo quería tirarme a la cama con Jake y pasear tirando piedras al pasto, tomar leche con chocolate junto con Iza y cocinar al lado de mi tío. Pero como mi tío afirmó aquella tarde, vinieron tiempos difíciles.

Lo único que me gustaban eran las tardes de los sábados que de vez en cuando tenía libre. Me escapaba, sin explicar mucho con quien iba y caminaba hasta la casa de Jake. Mi tío sabía que iba con él, pero jamás dijo que lo invitara. Quizás por eso no lo hice. Creo que un poco, creía que a mi tío le iba a molestar. Por algo siempre miraba al costado cuando Tami, comentaba sobre Jake. Jake.

—¿Qué cenamos? —le pregunté y sonó lindo, quería hacerle esa pregunta toda la vida.

Jake estaba con la cabeza tirada hacia atrás y las piernas sobre la mesa. Apoyaba la punta de los pies en el borde y se balanceaba con la silla. Tenía el cabello mojado porque acababa de bañarse y una musculosa gris con el logo en la parte de adelante.

—No se que habrá.

—Tienes papas —dije, mirando el cajón con pocas verduras que había junto a la heladera— ¿hago puré?

—¿Con que?

—Vi que tienes dos huevos, así que podemos comer uno cada uno —giré para verlo, guardando ambas manos en mis bolsillos— ¿Cómo te gustan más?

—No sé.

—¿Frito? ¿Revuelto? ¿Cocido? —mientras nombraba las opciones me acercaba a él— ¿Cuál quieres? —apoyé ambas manos en sus hombros, deteniendo su balanceo.

—Cómo quieras tú —tiró la cabeza hacia atrás, mirándome.

—A mi me gustan revueltos.

—Así están bien entonces.

Me incliné hacia adelante y lo besé.

—¿Cuándo vuelven? —pregunté, en un susurro.

—Trabajaban toda la noche. Estamos bien.

Sonreí y fui otra vez hasta la mesada de la cocina. Abrí la heladera y saqué los huevos. Había puras cosas vacías. Una botella de jugo vieja, y envoltorios abiertos sin nada dentro. Era un desorden, pero encontré, oculto detrás de todo, un paquete de salchichas sin abrir. Se lo enseñé a Jake.

—No se cuanto tiempo lleva eso ahí —dijo—, las compré yo, hace mucho.

—¿Cuánto es mucho?

—Bastante.

—La fecha de vencimiento está borroneada...

—No nos vamos a morir tampoco.

Asentí y tiré el paquete de salchichas a la mesada.

—Bueno ¿Quieres cocinar conmigo?

Jake peló los papas y terminó cortándose la punta del dedo con el cuchillo. Intenté ayudarlo, pero me dijo que no era nada y solo se lo chupó. Mientras yo salté los huevos.

El Loco se enamoró de la Luna (BORRADOR) / BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora