Peligro Y Tentación [+21 Completa Parte I Bilogía Amores Nocivos]

Prefiero Morir

Me siento en una especie de letargo del cual deseo despertar, pero no puedo. Siento mis párpados pesados, mi cuerpo también y la voz en mi cabeza me pide a gritos que me despierte. Lo intento, en serio lo intento, pero me cuesta hacerlo.

Siento una leve caricia en mi mejilla, quiero apartar lo que sea que me esté caminando por el rostro, pero incluso levantar mi mano, me resulta una tarea difícil.

—Despierta Bebé... —oigo el susurro de su gruesa y áspera voz a la distancia—. Ya basta de dormir, Cisne.

«¿Está hablándome a mí? ¿O estoy soñando que oigo su voz acentuada?»

Mi cuerpo reacciona, inyectándome de alguna manera adrenalina, la cual me ayuda a mover mis párpados.

Dos ojos azules me miran fijamente sin pestañear. Son tan azules como el mar, brillan como un diamante y lo dilatado de sus pupilas, están tan oscuras como una noche sin estrella.

Debería de temer, debería de recular y alejarme lo más que pueda del hombre que me acaricia la mejilla, pero no puedo. La intensidad de su mirada me envuelve, me arropa en una atmósfera en la cual no quiero estar, pero mi cuerpo dice todo lo contrario.

Pestañeo recordando lo sucedido antes de desmayarme. Yo estaba en el parque con Aleskei, celebrando que representaré a la academia como estudiante de primer año. Yo estaba feliz, estaba realmente feliz por la maravillosa noticia, hasta que llegó él con su presencia oscura, peligrosa. Su amenaza, su orden, su actitud dominante y retorcida que me enerva por completo.

«¿Por qué no puede simplemente dejarme en paz? ¿En serio quiere jugar con el corazón de mi madre? ¿En serio yo deseo quemarme?»

Trago grueso de solo considerarlo.

—No me toques —sentencio, con mi voz rasposa.

—¿Aún te crees valiente para darme órdenes, Malika?

—Me drogaste.

—Lo hice.

Tomo aire y me lleno de fuerzas para levantar mi brazo y apartar su rústica mano de mi cara, pero pierdo a causa del vértigo que me azota en mi cabeza, desestabilizándome por completo.

—Efectos secundarios —dice muy tranquilo—. Tómate lo que está en la mesa y se te pasará.

—Puedo soportarlo, gracias —espeto molesta—. No tomaré nada que venga de ti.

—¿Crees que te envenenaría? —se ríe bajo—. Muerta no me sirves.

—Y viva tampoco, ¿por qué me drogaste, Pavel?

Pregunto en un hilo de voz, con mi mano en mi pecho, mirándolo, conteniendo las ganas de llorar. Él no dice nada, me mira con sus facciones endurecidas importándome poco lo que estoy sintiendo.

Los hombres como él no les importa la vida de los demás.

—Toma lo que está en la mesa para el vértigo. Te recomiendo racionar el agua, ya que será la única que tendrás hasta que aprendas.

Lo miro confundida, y cuando lo veo caminar hacia la puerta de esta habitación, niego intentando levantarme de la cama.

—¡Pavel! —lo llamo aterrada y él voltea a verme—. ¡¿Acaso piensas encerrarme aquí?!

—Necesitas un escarmiento.

—¡¿Por decirte las cosas en la cara?!

—Por irte al bosque sola con el cazador, inocente Cisne Blanco —abre la puerta dándome la espalda—. Agradece que no estoy tomando en cuenta tu falta de respeto frente a mis hombres. Esa me las cobraré, luego —afirma con dureza y se va.