La Alianza

1.5K 93 13
                                    


POV Pavel

Tengo reunidos en el salón de conferencia en uno de mis hoteles, a hombres poderosos, importantes y con peso en cada costa. Me encuentro en la cabecera de la mesa mirándolos a todos, así como ellos me miran a mí. Después de mi mensaje sangriento enviado, donde dejé más que en claro que esto es la guerra, he pautado esta reunión con una sola intención; unirnos.

Ha transcurrido una semana y cada uno de los que estamos sentados aquí, tenemos una cosa en común; todos hemos estado siendo jodidos por los movimientos de Belov y su gente.

El silencio en toda la sala no es incómodo, pero sí inquietante. Nunca había ocurrido algo como esto, nunca antes los líderes de cada organización o clan se habían reunido con un mismo fin. Los caballeros que están sentados en las sillas con sus hombres de confianza detrás de ellos, mirándome mientras asimilan mis palabras, solo aceptaron esta reunión, porque la rata ha llegado a sus territorios también.

El líder de los Yakuza, el Líder de la Tríada y el Capo de la Cosa Nostra, me miran analizando mi propuesta.

—Yo soy el Pakhan de la Bratva, Nueva York, ha pertenecido al legado Romanov durante generaciones y no pienso ser yo, quien acabe con ese legado —digo con firmeza—. La Bratva es leal, en mi organización hemos cumplido con el pacto durante generaciones para mantener la paz entre clanes, pero Slanislav Belov le ha valido un carajo el pacto, trayendo a la costa de Seattle grupos financiados desde Rusia para desestabilizarnos a todos. Se ha infiltrado en mi territorio, en el de todos ustedes y por mi parte, no pienso cederle mi reinado. Primero muerto a darle mi ciudad a un pedófilo del carajo, que se ha unido con el líder de la mafia roja de Rusia, solo para establecer su porquería en nuestra ciudad con la trata de blancas y el tráfico de menores —digo con desprecio—. El Vor de Seattle ha elegido la muerte desde que tomó la costa al morir su padre, pasando por encima nuestras leyes no escritas, ¿piensan dejar que destruya sus organizaciones y termine él liderando no una ciudad, ni una costa, sino el puto maldito país?

Golpeo la mesa con fuerza. Los miro a los ojos; todos son hombres inteligentes y astutos. Saben lo que les conviene y lo que no, pero también han sido blanco de Belov en esta última semana, causando que todos ellos se vean envueltos en atentados, ataques y bajas en sus hombres. Belov no está haciendo esto solo, todos en esta puta mesa lo saben, por eso aceptaron reunirse conmigo, porque ninguno está dispuesto a rendir sus coronas a un hombre. Cada uno es el dueño de su propio mundo y así ha sido desde siempre y eso por nada cambiará mientras cumplamos con las leyes dentro de nuestras organizaciones.

—Todos aquí somos asesinos, todos aquí hacemos cumplir las leyes a nuestro modo; hacemos cumplirla con sangre, y con la misma sangre, cobramos nuestras deudas, pero aun con todo y eso, tenemos cierto código moral. Los Yakuza de la Costa Oeste no trafican mujeres, mucho menos niños —asegura el líder Shinovia—, mi terreno está siendo contaminado por ratas rusas de Seattle que han tenido subastas, han atacado mis bodegas y dañado mi negocio de armamento. No pienso tolerarlo, no pienso permitirlo.

Oírlo, me da satisfacción, porque el líder Shinoba es de la vieja escuela y es quien más ha mantenido el pacto no escrito entre mafias para mantener la paz en cada organización.

—Lo que hagan las putas con su cuerpo es su problema, el que pague por sus servicios, también. Que haya madres que vendan a sus niños por dinero no es de mi incumbencia, y que haya niños secuestrados para explotación sexual, me vale un carajo. Cada quien se busca el infierno como mejor le parezca, pero yo Di Tutti Capi, me iré al infierno por la venta de armas y drogas, no por negociar con mujeres y niños, y eso, la rata de Belov Slanislav ha querido traer a mis territorios y tampoco pienso permitirlo. Si he aceptado venir a reunirme contigo, Romanov, Pakhan de la Bratva, es porque no me gustan los juegos sucios, no tolero la deslealtad y mucho menos el deshonor. El Vor de Seattle jugó sucio atacando a mis hombres, a mis negocios y a mi familia, y eso se paga, es con sangre. Nadie rompe la Omerta y queda vivo para contarlo —sentencia—. Hice pagar a los traidores que le pasaron información, los torturé hasta el cansancio y todos me dieron el mismo nombre que tú estás mencionando.

Peligro Y Tentación [+21 Completa Parte I Bilogía Amores Nocivos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora